El sector laboral y productivo de la economía popular (EP) alcanza al 27,6% de la población económicamente activa de la provincia de Córdoba. Se trata de unos 471 mil cordobeses y cordobesas que día a día se las ingenian para ganarse la vida por fuera del sistema laboral asalariado, mediante actividades por cuenta propia en oficios, pequeños emprendimientos y unidades productivas, comerciales o de servicios, de carácter individual, familiar y asociativo.
Estos son los principales datos que aporta un informe publicado por el portal Unciencia, de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), firmado por Belén Nocioni y Natalia Asselle, integrantes del Área comunicación del Idacor (Conicet-UNC) del Instituto de Antropología de Córdoba.
Los registros surgen del informe técnico n° 2 del Estudio interdisciplinario de la economía popular en la provincia de Córdoba. Se trata de un relevamiento empírico cuali-cuantitativo sobre las economías populares cordobesas, coordinado por Julieta Quirós, del Instituto de Antropología de Córdoba (Idacor, de la UNC y Conicet); Karina Tomatis (UNC) y Claudia Kenbel, del Instituto de Investigaciones Sociales, Territoriales y Educativas (Iste, de la Universidad Nacional de Río Cuarto y el Conicet).
“Desde un abordaje interdisciplinario, el informe revela rasgos estructurales del sector, entre los que se destacan las condiciones de pluriactividad y sobreocupación de sus trabajadores y trabajadoras y los desafíos que afrontan cotidianamente para sostener y autogestionar sus emprendimientos y unidades productivas”, consigna el estudio.
“Las economías populares son un lente privilegiado para mirar con precisión e inteligencia la realidad del mercado de trabajo del siglo 21. Nuestro aporte como equipo de ciencia y tecnología es brindar conocimiento capaz de propiciar, para Córdoba y desde Córdoba, soluciones públicas y diálogos ciudadanos que, lejos de mitos o imágenes distorsivas, estén a la altura de la complejidad y desafíos actuales del mundo del trabajo”, comenta Quirós, en Unciencia.
El relevamiento se construyó integrando un enfoque cuantitativo, que diseñó y aplicó una encuesta sobre una muestra de 306 unidades productivas de la economía popular; y cualitativo, a través de una metodología etnográfica que permitió conocer dinámicas productivas y reproductivas, trayectorias socio-laborales, capacidades y problemáticas del sector desde la experiencia concreta de sus protagonistas.
Características del empleo en economías populares
El informe muestra que trabajadoras y trabajadores de la EP ocupan una de las posiciones más desventajosas del mercado de trabajo: desarrollan su actividad en condiciones de baja registración laboral, fiscal y societal, lo que resulta en altos niveles de desprotección social. Más de la mitad (51,6%) integra hogares que no alcanzan a cubrir una canasta básica total, es decir, se encuentra en situación de pobreza.
Uno de los principales hallazgos del estudio es la incidencia de pluriactividad o pluriocupación como estrategia para reunir un ingreso mínimo para vivir: el 60% de los encuestados desarrolla dos o más actividades laborales diferentes. Esta realidad laboral no es captada por la estadística oficial.
El 77% de quienes desarrollan esquemas pluriactivos combina ocupaciones por cuenta propia que pueden abarcar distintas ramas o sectores productivos.
En paralelo, la aproximación cualitativa muestra que, en cortos períodos de tiempo, trabajadoras y trabajadores atraviesan “entradas” y “salidas” de trabajos por cuenta propia hacia empleos o trabajos asalariados precarizados, y viceversa. Esta dinámica es indicadora de problemas de sostenibilidad e insuficiencia de ingresos implicados en ambos tipos de actividad.
La sobreocupación representa otra característica del sector: el 73% de las personas encuestadas de la EP trabaja un 45% más de tiempo que quienes tienen una jornada de 8 horas. Entre las pluriactivas, la sobreocupación asciende al 80%.
El sector laboral y productivo de la economía popular sostiene a hogares que representan, en su conjunto, el 37% de la población de la provincia. Tiene una importancia estratégica para un desarrollo económico y social inclusivo, por ello, es fundamental contar con conocimiento preciso sobre sus problemáticas y potencialidades desde una perspectiva integral.
Quienes viven con ingresos que provienen de la economía popular son cada vez más: “entre 2023 y 2024 su peso relativo en relación a la Población Económicamente Activa (PEA) se incrementó un 5,9%. Y en los últimos 14 años creció 15,7% en la provincia y 13% en el país”, consigna el informe.
Menos cobertura y mayor precariedad
Los trabajadores de la economía popular con cobertura de obra social -incluyendo Pami- son apenas el 41%, frente a un 71% de quienes tienen otras categorías ocupacionales.
Apenas el 38% hace aportes jubilatorios, por la vía del monotributo. Y quienes se desempeñan en unidades productivas asociativas no están regularizados como cooperativas.
El 51% de quienes viven de la economía popular no alcanzan a cubrir una canasta básica total, lo que los coloca por debajo de la línea de pobreza. Casi el 60% de ellos, un 29% del total, ni siquiera cubre la canasta básica alimentaria, la línea de frontera de la indigencia.
A pesar de esto, apenas el 21% de quienes trabajan en estas actividades cuenta con algún tipo de asistencia estatal. Esta proporción crece al 27% entre las mujeres. Pero en el global, muestra una caída en relación a registros de años anteriores, en los que se ubicaba en torno al 30%.
Trabajar más, para ganar menos
El 73% de las personas encuestadas se encuentra sobreocupada: los trabajadores de la economía popular trabajan un 45% más de tiempo que un empleado formal con una jornada típica de 8 horas. “Los datos relevados por este informe demuestran que en la economía popular se trabaja mucho y se gana poco”, remarcan los autores.
Existe un “multitask”. En la investigación se detalla que “los trabajadores son responsables de la práctica productiva, comercial y de administración”.
Un denominador común en la actividad es la permanente necesidad de reinvención y que las distintas ocupaciones tienen dificultades para constituirse como una fuente “estable, suficiente y autónoma” de ingresos. “Los problemas no derivan de habilidades/inhabilidades individuales sino de las condiciones de sostenibilidad de las unidades productivas”, señalan.
























