El juicio por las muertes y descompensaciones de bebés en el Hospital Materno Neonatal de la ciudad de Córdoba sumó este miércoles nuevos testimonios que revelaron el caos, la incertidumbre y la falta de respuestas por parte de las autoridades médicas del centro de salud en aquellos nefastos días de 2022.
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Ante cada nuevo testimonio, la fiscalía de la Cámara Séptima de los Tribunales capialinos, a cargo de Sergio Ruiz Moreno y Mercedes Ballestrini, preguntaron junto a los querellantes qué debería hacer un profesional médico que detecta una muerte sin explicación médica.
La respuesta en común de los testigos es que en esos casos correspondería el pedido de una autopsia judicial por parte de quien firma el acta de defunción o del jefe del servicio en el que se haya producido el fallecimiento, algo que recién ocurrió con las muertes del 6 de junio, las últimas de la serie investigada de 13 presuntos ataques.
En la jornada de este miércoles declararon las médicas Gabriela Tortone, Pilar García Martínez (entonces residente del hospital) y Jimena Tercelán.
La neonatóloga Tercelán fue una de las testigos más contundentes de esta nueva audiencia, la número 21 de un proceso que promete durar al menos seis meses. “El 7 de junio estábamos 20 personas diciéndole a la directora (por entonces Liliana Asís) que cerrara el hospital”, declaró ante el tribunal, en referencia a la jornada en la que cuatro bebés sufrieron graves descompensaciones y dos de ellos murieron.
Tercelán describió esa noche como un verdadero “horror”, en la que tanto médicos como enfermeros pedían desesperadamente que se tomaran medidas para evitar más muertes. A pesar de esto, Asís no dispuso el cierre del centro obstétrico y, junto a otras autoridades, aseguraba que irían al Ministerio de Salud el jueves, es decir dos días después.
Un clima de sospecha y falta de respuestas
La médica, en un tono de voz de desesperación y bronca por lo que consideró una falta de acciones por parte de sus superiores, contó cómo fueron los dos casos en los que ella intervino: el del 26 de abril, de la beba I.V.F., hija de Gabriela González, y el de G.H., hijo de Yazmín Barrionuevo, el 1 de mayo.
Tercelán cumplía tareas de guardia como médica contratada y asistía todos los martes al centro de salud. En su relato, dijo que no había comunicación con las otras áreas del hospital y que el funcionamiento era de tipo hegemónico, con Asís y Marta Gómez Flores a la cabeza, y que las médicas contratadas quedaban por fuera de lo que definió como un “triángulo hegemónico médico”.
En su relato, contó cómo detectó las lesiones de I.V.F. el 26 de abril y el desconcierto que le provocó su cuadro con pinchazos fuera de lo común. Pero lo que terminó por llevarla a un estado de desesperación fue que al martes siguiente, otro bebé (G.H.) presentara nuevamente pinchazos y esta vez en la parte posterior del muslo, algo que para ella descartaba que tuviera que ver con la vitamina K.
Entre llantos y con la voz fuerte y entrecortada, la médica dijo que ese día eran pocas personas en el hospital porque era feriado por el 1 de Mayo y que, apenas detectado el bebé con pinchazos, vio cómo comenzaban a desarmar colchones y a revisar las habitaciones.
“Cuando lo vi, me horroricé. Era el segundo bebé que veía en menos de siete días con este cuadro”, dijo entre lágrimas. “Era grave. Era gravísimo. Si no había bichos, algo más estaba pasando. Había lesiones punzantes. En medio de eso, nos llamaron para hacer una cesárea y los bebés iban a quedar solos en sus incubadoras o con las mamás. Pedí que dejaran entrar a los papás, a los que hasta se momento no los dejaban entrar por los protocolos de la pandemia”, agregó.
“Los bebés no podían quedar solos. Algo pasaba. Le pedí a las enfermeras de Neo que no dejaran a los chicos solos”, remarcó una y otra vez.
La mujer contó que informó lo ocurrido a su jefa de guardia, la doctora Luján, y que a su vez esta avisó a la médica de guardia pasiva, y esta última a la jefa del servicio. “Les dije que podía elaborar un informe, me puse a disposición. Incluso, días después le escribí a Gómez Flores para decirle que si necesitaba que ella hiciera un descargo, estaba a disposición y me contestó ‘Ok gracias’”, contó.
“¿Saben cuándo me pidieron el informe? El 15 de junio”, dijo conmocionada.
Sobre la reacción de las autoridades, Tercelán fue tajante: “Nos dijeron que todo se estaba investigando, que se iba a hacer un análisis de causa raíz. Pero a mí nunca me pidieron un informe; se lo pidieron a Luján. Nos mintieron a nosotros (los médicos), a los padres y a la sociedad”, denunció.
“Hoy estoy vestida de negro porque la formación pública está de luto. Esos papás sufieron el peor daño, que es la pérdida de un hijo, y el personal médico recibió los daños colaterales. Nos quedó un trauma después de ver todo eso. Yo me formé para recibir bebés y acompañarlos en la crianza, no para esto”, concluyó.
En un momento, mencionó que alguien le dijo que ya se estaba investigando qué pasaba y que Adriana Moralez haría un análisis de causa raíz (ACR), algo que luego esta médica, imputada en la causa, pidió ampliar en su declaración para decir que no sabe quién le habría dicho eso en ese momento, ya que ella no sabía del caso y que no podría haber hecho un ACR.
Casos sin explicación
Los testimonios de Tortone y García Martínez alimentaron lo relatado por el personal médico en el juicio: coincidieron en que las descompensaciones de los bebés no tenían una explicación médica clara y que comenzaron a repetirse con un patrón que alertaba a los profesionales.
La médica Pilar García Martínez, especialista en neonatología, recordó haber atendido a bebés con síntomas inusuales que desconcertaban al personal. Se refería a Bejamín Luna, hijo de Damaris Bustamante, el 23 de abril, y a I.V.F., hija de Gabriela González, el 26 de abril. Sobre este último, declaró haberle visto pinchazos,
“No es normal que un bebé sangre de la forma en la que encontramos a I.V.F.”, declaró, en referencia a una de las recién nacidas que fue ingresada a terapia intensiva con heridas en la región de los muslos. “Cuando uno la limpiaba, encontraba más pinchazos”, añadió.
García Martínez detalló que, pese a la gravedad de la situación, desde la Dirección del hospital se analizó el lote de vitamina K y se revisaron cunas, colchones y las salas de los bebés, pero que desde su lugar de residente no recibió explicaciones ni se advirtió al personal sobre casos anteriores o posteriores.
Por su parte, la médica Tortone mencionó que ya en abril se hablaba de situaciones irregulares y que hubo intentos de llevar las sospechas al Ministerio de Salud. Incluso mencionó “un pacto de silencio”, en referencia a la falta de información al personal del hospital sobre lo que sucedía y las investigaciones que se estaban realizando.
El juicio continuará el próximo lunes con los testimonios de las médicas Cohen, Celeste Gómez y Noemí Orlando.