“Hace un mes que vivimos con olor permanente a caca”. La frase pertenece a Lautaro, uno de los de los vecinos de barrio Villa Páez, en la ciudad de Córdoba, que entre el 11 y 12 de octubre padeció el río de aguas servidas que arrasó con sus pertenencias y las de su familia y que afectó a decenas de hogares tras la rotura de un caño cloacal en la esquina de calle Igualdad y Arturo Orgaz.
El colapso de la red en esa zona, hace un mes, desencadenó una tragedia ambiental y sanitaria. Ante esta situación la Municipalidad de Córdoba decretó el estado de emergencia -que sigue vigente-, instaló dos puestos de atención sanitaria, radicó una denuncia penal -con varias imprecisiones-, y comenzó la obra de reparación de la red.
No obstante, las últimas lluvias volvieron a golpear a los vecinos de ese sector. A pesar de estar lista la primera fase de la reconexión del sistema, varias casas sufrieron el martes un nuevo colapso de las aguas servidas en uno de los puntos de los arreglos. Allí se saltó una de las bocas de registro en un tramo de la reparación.
“Ahí están los colchones que nos dieron hace un mes. Caen dos gotas y se vuelve a inundar”, agrega Lautaro señalando un contenedor con una pila de colchones y frazadas que la Municipalidad le dio hace 30 días. El martes nuevamente funcionarios municipales y asistentes sociales acudieron al lugar para atender a los afectados.
Durante este mes los problemas sanitarios fueron recurrentes. A la vuelta de donde se rompió el caño, sobre calle San Pablo, de los seis integrantes de la familia de Juan Carlos Pajuelo, cinco tuvieron gastroenteritis. El miércoles su casa volvió a llenarse de aguas servidas. “Da mucha bronca vivir así. En este mes recibimos la comida de la Municipalidad, pero el problema sigue y cada vez es peor”, dice Pajuelo.
“Ya hemos salido de la peor parte de la emergencia. Dejó de circular líquido cloacal por las calles y no se vierte más al río, más allá de que haya desbordes. En tiempo récord cambiamos todo el caño y ahora empezamos con las obras de fondo: vamos a hacer los aliviadores y la red nueva”, apuntó el secretario de Gobierno de la Municipalidad, Miguel Siciliano.
Asistencia
Beatriz Plasencia y su hija atendían un restaurante de comida peruana y un almacén con verdulería a metros de donde se rompió el caño de cloacas sobre Arturo Orgaz. Por los trabajos debieron cerrar el local gastronómico y hace unos días se desprendieron las últimas verduras que tenían.
“No se podía atender en ninguno de los dos lugares y se nos vencieron muchos productos algunos los dimos y otros los tuvimos que tirar. La gente ya no viene, la calle está cerrada y hay mucho olor. Nos dicen que nos van a reconocer estas pérdidas, pero que solo a un frentista y nosotros teníamos dos locales”, dice Beatriz y agrega que en el restaurante trabajaban 10 personas.
A casi 20 cuadras del epicentro de la tragedia, Gladys sufrió los efectos colaterales de la rotura del caño. Su casa está ubicada en la esquina de Justo Páez Molina y Costanera, a cuadras donde se colocó el tapón que desvió el líquido cloacal al río.
Su casa tenía una serie de problemas a partir de filtraciones de un ducto cloacal, dice. Pero al desbordar durante más de 20 días el agua servida por su calle la situación se agravó.
“En este mes las grietas se agrandaron y comenzó a ceder parte de la estructura. El año pasado arreglamos toda la cañería de la casa. Ahora estamos desesperados, mi marido está desempleado y solamente tenemos mi ingreso. Necesitamos que nos ayuden de manera urgente”, dice Gladys que aclara que está conectada de manera legal a la cloaca.
Gladys dice que vivir en ese lugar donde desembocó el caño de cloacas fue un calvario. “Muchos vecinos se fueron de sus casas, sobre todo los que tenía niños pequeños, a muchos les salió una erupción en la piel y otros tuvieron gastroenteritis, después de mucho tiempo, este olor se te pega a la ropa y se te cierra el estómago. Fue horrible” comenta.
En relación a las ayudas económicas, Siciliano señaló que ya se otorgaron más de 300 subsidios a frentistas y comerciantes por 50 mil pesos pero que la ayuda sigue abierta.
“La Secretaria de Trabajo Social decidió asistir a los frentistas afectados por todo lo que esto le generó con una ayuda económica. Entendemos que puede haber gente enojada pero vamos a llegar con la ayuda”, dijo Siciliano.
Asistencia
Desde que se desató la tragedia, los equipos técnicos de la Municipalidad relevaron 637 hogares dentro de la zona más afectada. En total 399 familia vieron afectadas sus rutinas tras el colapso, 10 sufrieron pérdidas totales y cinco fueron evacuadas de sus hogares.
En este mes el municipio entregó 4.500 kits sanitarios (alcohol, jabones, lavandina, detergente, barbijo) y 650 kits de limpieza (secadores de piso, baldes, trapos de piso). Además se distribuyeron 50.225 raciones de alimentos cocidos, 7.400 bidones de agua de 5 litros y se entregaron 113 colchones, 30 camas y 70 frazadas.
Como parte de la estrategia de contención se montó un centro de asistencia sanitaria en el Centro vecinal de Villa Páez, allí se asistió a vecinos con diagnóstico de gastroenteritis y demás patologías ocasionadas por el desastre sanitario.
