Durante décadas, el acceso a la vivienda propia fue un privilegio reservado a quienes podían afrontar altos precios en dólares, créditos cada vez más escasos y costos de escrituración que encarecían la operación. Ese modelo, tradicional y excluyente, empieza a mostrar fisuras, lo que abre una ventana de oportunidad para una nueva alternativa: la inversión en ladrillos, ahora en versión digital.
Este modelo emergente permite invertir en fracciones reales de propiedades desde montos accesibles y con apenas unos clics. Gracias a esa posibilidad, cada vez más jóvenes ingresan a un mercado que antes parecía estar cerrado.
La idea es simple: consiste en fraccionar una propiedad en pequeñas participaciones digitales, accesibles para cualquier persona. Gracias a la tecnología blockchain y los contratos inteligentes, ya no es necesario comprar un inmueble completo para empezar a generar ingresos por alquiler; ahora, basta con adquirir una fracción.
Ese cambio no sólo reduce la barrera de entrada para millones de personas, sino que también acelera un mercado históricamente lento y burocrático. Comprar o vender una participación tokenizada puede llevar minutos, en lugar de meses.
Además, la automatización de procesos reduce riesgos, asegura el cumplimiento normativo y garantiza el acceso a transacciones más accesibles.

Un cambio de paradigma
Lejos de ser una promesa futurista, este sistema ya funciona en mercados como el de Estados Unidos desde 2019, donde plataformas especializadas permiten invertir en bienes raíces desde cualquier parte del mundo.
Así, se puede pensar en un joven inquilino que compra tokens del edificio donde vive. Cada semana recibe ingresos por su participación, elige si cobra ese dinero en monedas estables o lo reinvierte, y poco a poco va acumulando más fracciones. Como resultado, podría llegar a convertirse en copropietario de la propiedad que alquila.
“Este modelo pone en jaque la lógica clásica de inquilino versus propietario y redefine el acceso al ladrillo como un proceso gradual, flexible y democrático”, afirma Yohann Libot, director de marketing (CMO, Chief Marketing Officer) de RealT, plataforma que permite realizar ese tipo de inversiones en todo el mundo.
Si bien aún quedan desafíos por delante (en especial en materia regulatoria), todo indica que los marcos legales evolucionarán para acompañar esta transformación. La integración de estas nuevas formas de propiedad ya no es una utopía, sino un proceso en marcha. Lo que hace una década parecía ciencia ficción (invertir en inmuebles desde una app y con montos accesibles) hoy es una realidad tangible, que cada vez más personas están dispuestas a aprovechar.
“El futuro de la vivienda ya no se mide sólo en metros cuadrados y escrituras. También se mide en tokens, fracciones y nuevas formas de pensar la propiedad”, concluyó Libot.