Barrio Jardín: el pequeño restaurante que propone, con éxito, un regreso de la cocina de autor

Hace 20 años, la ciudad se había poblado de restaurantes que buscaban crear la nueva cocina cordobesa, utilizando productos regionales y abrazándose a sus propias creaciones. Es que era el boom de las escuelas de cocina y las pasantías en Europa.

Y cuando esos jóvenes y noveles cocineros regresaban de esas experiencias reveladoras, querían adaptar lo aprendido acá en sus tierras. Florecieron así muchos espacios que se dedicaron a darle de comer muy bien a los cordobeses durante mucho tiempo.

Marga, este pequeño restaurante de barrio Jardín que ya tiene dos años de vida, recuerda a esos emprendimientos: una casita pequeña, con mesas y sillas, cuadros, helada por el frío, a la espera de comensales dispuestos a disfrutar de nuevas sensaciones.

Carpaccio

De Entrada, hay creaciones originales, como verduras asadas sobre masa frita con queso de cabra, buñuelos con pesto o langostinos rebozados en coco; pero también Carpaccio de lomo ($ 15.500), un clásico de todos los tiempos, muy difícil de rechazar.

Se podría decir que el italiano (de Venecia) es un plato perfecto: láminas de lomo crudo con un dressing de (buen) oliva, alcaparras, parmesano, polvo de olivas griegas. La textura y el sabor de la carne, en estado natural junto con sus complementos, generan bocados perfectos.

Antes de eso, la casa había invitado un aperitivo: puré de berenjenas, rabanito y pepino encurtido. Fue una delicada introducción servida en una cuchara imperfecta, que no dejó extraer todo el contenido con la boca. Nos quedamos mirándola de reojo.

Pasta

Hay una sección de pastas (lisas y rellenas) más que interesantes. Combinaciones con trucha, puerro y jengibre, ñoquis de calabaza fritos o bien, por ejemplo, linguini con tomates asados y pesto. Nosotros fuimos por una rellena de cordero patagónico ($ 19.700).

Son cuatro tortellini de buen tamaño (a razón de $ 5 mil la unidad), bellos en su presentación. Se los ve más que interesantes.

Color sobra en esta combinación con alcaparras, verdeo y tomates. Mucho sabor, muchos estímulos bailando sincronizados esta danza del buen comer. A corregir: no apoyar la pasta en el plato sin salsa, porque se pega, se rompe y arruina tan bella presentación.

Carne

A la hora de las carnes, la carta sigue el mismo camino: clásico y golpes de efecto bien originales, como la milanesa de mollejas. Nosotros pedimos una versión propia de un hit: Lomo con crema de vodka y pimientas con puré aligot ($ 21.500).

Lo mejor: se preguntó el punto preferido para la carne y llegó tal cual: jugoso. La presentación otra vez se destacó al igual que los sabores, bien definidos con las pimientas bien cremosas dando untuosidad y sabor a un plato que nunca falla: carne dorada, puré, crema, aromático picor.

¿Qué es el aligot de puré? Un clásico puré con toques mágicos (quesos combinados); y en este caso también, unos chips de papas fenomenales para jugar con las texturas en la boca.

Vale aclarar y recordar que en todos los casos son porciones para una persona moderada y que se acompañó esta cena con el vino más económico de la carta, que resultó impecable en su trazo, sin imperfecciones: Dante Robino Nave Blend de Tintas 2021 ($ 16 mil).

Baño y postre

Antes del postre vamos al baño y sí, está limpio y equipado, pero le falta un poco más de intensidad a la luz. En la salsa sobra y acá falta un poco. Volvemos y tenemos nuestra parte dulce, un postre disruptivo y rico de nuevo.

Se trata de una porción de Provoleta de búfala con higos en almíbar y pistachos, una curiosa combinación de sabores, texturas y temperaturas, más que bienvenida en una plaza en la que ya no abundan este tipo de preparaciones, delicadas, originales y deliciosas.