Desde hace unos pocos años, el cabernet franc se ha convertido en la cepa de moda, la estrella que brilla en las góndolas: está en boca de los enólogos, en las recomendaciones de los sommeliers, en las cartas de los restaurantes, en el podio de los vinos premiados, pero todavía el público argentino no sabe muy bien describirla ni reconocerla del todo.
Hasta cierto punto, es la elegida por los especialistas para representar a Argentina acompañando al malbec, ofreciendo un sostén y una alternativa válida y rica a nuestra cepa insignia.
¿Por qué el cabernet franc ha presentado un ascenso tan meteórico como sólido en el pacato mercado nacional? Las respuestas pueden ser muchas.
Basta decir que, por un lado, está la razón obvia e irrefutable: es un vino rico. Pero además es suave, levemente dulzón, con toques ahumados y algo de flores, siempre frutado y ameno.
También tiene la virtud de ser flexible a las diversas geografías nacionales con marcadas diferencias estilísticas y devuelve bien el terroir en que se produce. Además, se puede combinar muy bien con el malbec, para ofrecer blends sedosos y muy elegantes.
Este rango de virtudes explica de por sí algunas de las causas de su explosión: de haber muy pocas hectáreas y ser una uva marginal en el mapa del vino argentino, pasó, exponencialmente, a ser la uva con mayor crecimiento por hectáreas (más del 700%) y la de mayor demanda. Hoy en día los productores se desviven por conseguir cabernet franc y presentar en su portfolio al menos una etiqueta de esta cepa.
La oferta creciente del cabernet franc es una verdadera tentación a la que no hay que esquivarle el cuerpo. Los hay opulentos, especiados, frescos, densos, frutados. En el estilo está la clave. Y en el gusto propio, la idea de la elección.
Te proponemos ocho botellas de cabernet franc de presencia muy distinta para probar.
1. Crux Bodega Alfa Crux, 2021, Mendoza
Enclavada en El Cepillo, una indicación geográfica dentro del departamento San Carlos, al sur del Valle de Uco, Alfa Crux es una bodega increíble, de arquitectura singular, que después de unos años en las sombras fue adquirida por los hermanos Agostino. Germán Páez es el enólogo y señala que el cabernet franc se expresa muy bien en esa zona por la heterogeneidad de los suelos, con mucha arena y piedra, y la influencia de la Cordillera. “Me gusta expresar en el cabernet franc la boca golosa, de taninos dulces y amalgamados. La complejidad aromática se expresa en pimiento asado, especiados, frutas secas, pimienta y algo de flores. Me encanta trabajar con el cabernet franc”, dice Germán. La línea Crux demuestra el varietal puro, sin retoques. También está en la línea Xtra, más trabajado en madera y con inclinación al grafito y la ceniza, exuberante y goloso. Con costillas a la parrilla.
2. Zorzal Gran terroir Bodega Zorzal, 2023, Mendoza
La ligereza como sustancia. La transparencia del lugar como filosofía. La montaña como partitura. Ese afán originario de los hermanos Michelini de mostrar la geografía fue el umbral iniciático de los vinos de Zorzal, que marcaron una tendencia que aún perdura beneficiosamente en los vinos argentinos. Juampi Michelini es el que quedó a cargo del proyecto Zorzal y es un apasionado de Gualtallary, por su frescura y el suave paladar a tiza que dejan los vinos. La línea Gran terroir tiene la complejidad que agrega la madera, que acomoda un poco los nervios del vino. Límpido y fogoso al mismo tiempo, el cabernet franc muestra su costado más fresco y ligero, con toques salinos ideales para acompañar pastas rellenas.
3. Andeluna del Cuartel, 2021, Mendoza
Bodega especializada en cabernet franc: de diferentes lotes o parcelas y hasta un rosado delicadísimo que es una joya, Andeluna, enclavada en Gualtallary, despliega un seductor abanico de cabernet franc para apreciar la versatilidad de esta cepa y la respuesta que ofrece a cada terruño diferente, incluso dentro de un mismo viñedo. Del Cuartel es un vino elaborado con uvas de diferentes cuarteles sobresalientes y ofrece un vino de muchas capas que destaca por la delicadeza: cerezas, moras, levemente picante y especiado, una línea de frescura acompaña la sensación palatal. Para apreciar el cabernet franc, abrir varias botellas de las distintas líneas de Andeluna.
4. Casa de Uco Vineyard selection, 2021, Mendoza
Impresionante construcción casi al final del camino que lleva al Manzano Histórico, última tierra aceptable para hacer vinos antes de la montaña y los desvaríos de la Cordillera. Hotel y restaurante impecables, con una arquitectura que deja anonadado hasta al más versátil viajero, Casa de Uco es un proyecto relativamente nuevo que, además de llamar la atención, hace inclinarse ante sus vinos marcados por la muñeca del enólogo Gustavo Bauza. Un portfolio amplio, todo con uvas propias, en terrenos pedregosos y sutilmente salvajes que marcan con sus particularidades el carácter de los vinos. El cabernet franc está configurado como debe ser: con aromas a morrón ahumado, salino, con fruta negra pletórica y alineado en la frescura.
5. Tito Zuccardi Paraje Altamira Bodega Zuccardi, 2022, Mendoza
Una de las características del cabernet franc, hasta cierto modo impensada, es que combina muy bien con malbec. Los blends de estas dos cepas son todo un terreno de exploración y el preferido de muchos enólogos, porque funcionan como un acorde perfecto, uniendo dos expresiones distintas de dulzor y taninos amables, con las complejidades estilísticos de cada cepa. Ejemplo sublime es este homenaje de Sebastián Zuccardi a su abuelo Alberto. Uvas de Paraje Altamira en el Valle de Uco, es un espléndido y refulgente ejemplo de los nuevos caminos por los que transita el vino argentino.
6. Doña Paula 1350 Altitude series, 2022, Mendoza
La línea 1350 hace alusión a la altura en la que se encuentran enclavados los viñedos Alluvia en Gualtallary, en el Valle de Uco. El frío que baja de la cordillera y las constantes fluctuaciones del clima convierten a este territorio en una zona complicada, pero en la que el cabernet franc se ha adaptado muy bien. De perfil frutal y con dejos a especies, sigue la consigna arquetípica de los cabernet franc de Argentina, marcados por la voluptuosidad y dulzura en boca. Una buena característica de este vino es que augura un interesante potencial de guarda. Combina perfectamente con guiso de cordero.
7. Benegas Lynch Libertad Estate Single vineyard, 2019, Mendoza
Gran joya de la vitivinicultura argentina. Federico Benegas a comienzos del 2000, cuando volvió a las tradicionales raíces familiares como productor de vino, rescató algunos viñedos antiguos, entre ellos, Finca La Libertad, una plantación que data de 1899. Viñas de poca producción, la sabiduría y la prudencia de los años se transmiten de planta en planta, y otorgan un matiz muy especial a este vino. Jugoso y fresco, tenso, con las virtudes de 18 meses de roble francés que enaltecen las características. Exuberante y glorioso, merece una buena comida en momento especial.
8. Achával Ferrer, 2020, Mendoza
La austeridad no es algo que destaque al cabernet franc. Son vinos de presencia, severos, amenos en el paladar, pero que marcan un rasgo distintivo. Achával Ferrer, la mítica bodega en Perdriel que marcó un punto culminante de calidad en los vinos argentinos, sigue el camino marcado en esa época. Sin exagerar, es de esos vinos que emocionan, porque hay una vehemencia y un tapiz sensorial muy de Luján de Cuyo que sobrevuela estos vinos y en especial este cabernet franc, marcado por la opulencia y el despliegue de capas que van desde el grafito y la ceniza a la mora, el pimiento asado y los frutos secos. Con tabla de quesos se puede disfrutar en su esplendor.