Con respecto a 2023, el informe 2024 del crítico Tim Atkin muestra mejoras en lugares clave del vino de Córdoba. Por ejemplo, en la hermosa bodega y viñedo Aráoz de Lamadrid, de San Javier, en el Valle de Traslasierra, que obtuvo entre 90 y 93 puntos en cada vino presentado.
Como es de esperar en cualquier emprendimiento, desde que largó a producir hubo cambios en los procesos. Y el último gran timoneo aquí fue la incorporación del enólogo Marcos Fernández (ex Terrazas de los Andes) y del agrónomo Ariel Carretero (asesor de diferentes bodegas en todo el país, sobre todo en diferentes zonas de Mendoza).
“Llegué a la bodega en 2022. Es una zona que siempre me gustó, desde que iba de vacaciones de chico. Y ArÁoz de la Madrid, en particular, llamó mi atención por algunos comentarios de colegas que había escuchado. Y desde que visité el lugar, me enamoré del paisaje, de esto de que es un jardín dentro del monte nativo”, arranca Marcos, quien, desde su incorporación, de inmediato sumó a Ariel al equipo.
–¿Cuál fue su primera impresión sobre el viñedo y sobre los vinos?
–Marcos: Me enamoré del lugar, de la pendiente, de la cercanía a las Sierras, de la altitud. Estamos casi a 950 metros sobre el nivel del mar. En cuanto al viñedo, me sorprendió el tipo de suelo, con mucha mica, cuarzo, feldespato. Después descubrimos que había carbonato de calcio cuando hicimos calicatas. Y cuando probé los vinos, identifiqué rápidamente que había mucho potencial para elaborar distintos estilos. Y pasamos de hacer cinco a elaborar 12 estilos diferentes.
–Ariel: En mi caso, fue a la distancia. Me junté en casa con Marcos e hicimos videollamada con Goyo y con Ana, los dueños de la bodega. Había visto fotos nomás. Esa noche probamos todos los vinos y me parecieron vinos correctos, pero con mucho potencial. En el caso de los viñedos sí, cuando fui fue un flash, me enamoré de San Javier y de Traslasierra de inmediato. Me pareció espectacular la combinación entre monte nativo y viñedos. Hasta el día de hoy, me resulta un placer cada vez que me toca viajar para coordinar las tareas.

–¿Cuál fue el plan que propusieron desde entonces?
–Ariel: En cuanto a la agronomía, fue vigorizar las plantas estructuralmente, porque eran muy débiles, y les dimos mucha calidad y seguimiento en el año, planteando deshojes y desbrotes anticipados, para iluminar la zona de la uva. Abrimos la malla antigranizos de arriba para lograr canopias delgadas. El objetivo siempre es lograr uva sana, con buen perfil aromático y color.
–Marcos: La primera medida enológica fue diversificar el tipo de añejamiento para los vinos, para que no sólo sea en barricas de roble francés. Así que empezamos un plan de incorporar otro tipo de vasijas que no tuvieran o que no fueran de roble: barricas de cerámica de origen italiano, huevos de cemento y tinajas de arcilla. También compramos un equipo de frío, empezamos a usar nitrógeno durante el fraccionamiento, para evitar oxidaciones.
–Ariel: También mejoramos la poda de invierno, adaptamos las plantas, las fuimos rearmando, y seguimos con eso. Hicimos dos nuevas plantaciones (cabernet franc, petit verdot), con el distanciamiento que yo recomendé. El año que viene, ese viñedo va a dar sus frutos. Entre lo que queda por hacer, está cambiar algo de estructura, lograr un manejo más eficiente del agua e insistir en el seguimiento diario, que es muy importante para evolucionar en un plan hacia los vinos de alta gama.

Traslasierra
–¿Cuáles creés que son las características que aportan el clima y el suelo de Traslasierra a los vinos?
–Marcos: Las hierbas aromáticas que nos rodean se pegan en las ceras de las uvas y le dan su estilo al vino. Hay un clima único. Con esto se pueden hacer vinos ligeros y también, vinos de guarda, más complejos. El clima templado, pero con amplitud térmica, propicia uvas que se adapten mejor a este tipo de terroir: tannat, malbec, syrah, monastrell, garnacha, viognier, chardonnay. El suelo es heterogéneo y nos permite subdividir en cuarteles.
–¿Cómo describirías los vinos que hoy están saliendo?
–Ariel: Estoy muy conforme, la verdad. Tiene muy buena madurez enológica, con vinos concentrados, complejos. Lo que mejor se adapta es el viognier, muy complejo en nariz y boca. Igual tenemos muchas cosas para mejorar, para seguir para adelante en busca de un volumen mayor y así poder jugar con vasijas, barricas, fudres, etcétera.
–Marcos: Por un lado, hay mucho potencial para elaborar muchos estilos. El malbec desarrolla una complejidad propia del lugar, con frutas rojas, negras y hierbas aromáticas. El tannat, siempre fresco, con taninos firmes, se adaptó muy bien. Entre las blancas, pica en punta el viognier; con mucho fruto tropical, durazno o ananá, tiene mucha textura aquí, con un paso muy persistente en la boca. Es algo excepcional. El cabernet franc aquí desarrolla todo su potencial especiado, junto con los frutos rojos.
–Ariel: La cosecha 2025 fue una cosecha de lujo. No tuvimos sequía, manejamos el agua con un pozo nuevo, y, con los trabajos de desbrote y de deshoje, pudimos dividir sectores, como dice Marcos. Se iluminó sin sobreexponer y con la degustación llegamos a lo que quisimos. Logramos el azúcar, el tamaño, la calidad. Van a pasar cosas acá.
–Si tuvieran que llevar un vino (sólo uno) para que lo catara un panel internacional, ¿cuál llevarían y por qué?
–Ariel: El Gran Inmortal 2025. Ya es un vino espectacular, sólo le falta redondear un paso por barrica y botella. Ese vino es un buen resumen de lo que hicimos en estos tres años en el viñedo y en la bodega. De ahí elegimos todo lo mejor de los exponentes que tenemos e hicimos el blend que para nosotros sería ideal. Y con lo hoy ya fraccionado en bodega, elegiría algo diferente, con buena textura, diferente, que es el viognier. Es un gran gran vino.
–Marcos: El malbec. Es tinto, concentrado, pero sin paso por madera. Es de la línea singular, malbec para Helena, criado en huevos de concreto. Expresa todas las cualidades de este terroir, sin intervención de aromas secundarios ni terciarios. Como dije, las hierbas están muy presentes, con taninos sedosos pero persistentes.
–¿Probaste otros vinos de Córdoba?
–Sí, me llamó la atención un vino de La Cumbre, con aromas únicos: alcaucil, hoja de tomate, que son por la altura. Está a 1.200 metros sobre el nivel del mar, le da mucha frescura. Probé también un syrah de 1.300 metros con taninos persistentes y elegantes. El perfil aromático también es fresco, increíble. Lo que se viene, para mí, son los viñedos de altura en Córdoba.
Para ir Hotel y bodega Aráoz de Lamadrid
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