Impetuoso y sosegado al mismo tiempo, Karim Mussi pareciera exponer esa bondad y sencillez franciscana que juega con el buen humor y la mirada penetrante que está permanentemente estudiando a su interlocutor. Esa misma mirada penetrante con la que recorre viñedos a lo largo de la Cordillera de los Andes buscando las uvas adecuadas y los paisajes que inspiren vinos que encarnen el sabor de lo genuino.
Le gusta el buen humor, parafrasea al Negro Alvarez y habla de sí mismo en tono irónico: “Soy descendiente de libaneses, pero todos me conocen como el turco, así que todo mal” se ríe.
Destapa una botella y muestra la etiqueta: un collage lleno de referencias entre las que destacan un cedro, San Martín y el perfil de la Cordillera de los Andes y en esos símbolos parecen unirse las experiencias sentimentales de Karim Mussi que le dan un sentido profundo a lo que hace.

El cedro es el árbol nacional del Líbano, el lugar de sus abuelos que llegaron a Argentina y que tienen por detrás una historia de novela. San Martín ofrece el sentido de lo argentino y su profundo conocimiento de la historia nacional. La Cordillera de los Andes es el lugar que eligió toda su familia como el paisaje que impregna de ganas de vivir y hacer cosas.
Porque Karim nació y se crió en el lugar y esa impronta es la que le imprime a sus vinos. Porque hacer vinos es también tener una filosofía, una idea, una finalidad bien concreta y Karim encontró esa filosofía en el paisaje de los Andes y en el principio de la cercanía, del estar ahí, vinculando al hombre con la tierra.

El giro conceptual con la Cordillera de los Andes
Karim Mussi empezó con los vinos hace 27 años, y aunque su padre proviene de la industria vitivinícola nunca había hecho su propio vino. Y Karim se empecinó en tener algo propio, que reflejara sus ideas. La bodega Altocedro nació en 1999 en una zona todavía poco explorada como La Consulta, un rinconcito precioso en el suroeste del Valle de Uco.
Allí aplicó el concepto que le marcó el camino en su carrera enológica: la de elaborar vinos en un único terroir. Poco después por una serie de casualidades le abrieron las puertas a elaborar en Cafayate, otro paraíso que Karim no conocía y quedó inmediatamente fascinado.
Allí pudo seguir profundizando el criterio de que la uva sea toda elaborada, criada y puesta en la botella en el lugar. Y así crecieron sus dos bodegas con el concepto “nacido y criado en el lugar, las marcas son el lugar” como dice Karim.
En 2012 se dio un giro conceptual en la vida y en la obra de Karim Mussi. En ese año compró una propiedad hermosa llamada Alandes, en Maipú, y allí se iluminó una estrategia que complementaba el anterior concepto. “Como habíamos tenido la suerte de elaborar vinos en dos paraísos como La Consulta y Cafayate, pensamos en incorporar otros lugares que tengan que ver con la Cordillera de Los Andes. A lo largo de la cordillera, se produce una situación de continentalidad única en el mundo. Porque la cordillera es una barrera entre el Pacífico y Mendoza, y la distancia al Atlántico hacen que todas las provincias andinas a lo largo de la Argentina tengan condiciones de cultivo en desiertos de altura, con similares tipos de suelo y las mismas condiciones agroecológicas de cultivo” y muestra en el mapa el recorrido sinuoso de la Cordillera de los Andes.

Y así nació la idea de homenajear con una colección de vinos que recorran a lo largo la Cordillera de los Andes, por eso el nombre Alandes. “Los Andes no son sólo un accidente geográfico, sino una multiplicidad de paisajes, lugares y gente. Tenemos una formación única en el mundo que permite elaborar vinos desde el extremo norte de la argentina a 23° de latitud sur hasta los 43° de latitud sur. El único país del mundo que puede elaborar vinos con 22° de latitud de diferencia es la Argentina. Esa condición y ese análisis técnico fue lo que determinó que comenzáramos con el proyecto de Alandes, que es elaborar vinos a lo largo de la cordillera de Los Andes”, dice Karim mientras muestra el amplio portfolio de los diversos vinos que arman el rompecabezas de su proyecto.
La bebida más hermosa del mundo
La geografía no es sólo paisaje, sino que implica condiciones climáticas particulares. Por ejemplo, el frío que tanto gusta a los enólogos, porque permite condicionar la madurez de las uvas y generar pieles más gruesas con toda la riqueza organoléptica y gustativa que eso significa.
“La cordillera nos permite buscar condiciones de frío de diferentes maneras. Por medio de la altitud en el extremo norte, en donde se puede plantar entre los 1000 y los 1600 metros sobre el nivel del mar. Y en el extremo sur lo conseguimos por la latitud, porque a los 38 ° de latitud, en la Patagonia, plantamos a 200 metros de altura. Es decir, encontramos las mismas condiciones de frío a diferentes alturas variando la latitud”.

Así Karim recorre la Cordillera elaborando vinos que representen la distancia. Por medio de una herramienta como el malbec, produce vinos que recorren 3.000 kilómetros de distancia entre el más extremo en el norte y el del extremo sur.
“El vino es la bebida más hermosa del mundo, porque es la única que evoluciona con el tiempo, y además nos permite mostrar cosas genuinas cultivando a lo largo de la Cordillera” dice. Con viñedos propios o, en el norte, asociados a la familia Domingo, en los que el manejo y el control es propio, el recorrido gustativo es extraordinario.
Todos los vinos son complejos y aparecen enriquecidos por técnicas muy cuidadas, en especial los vintage y non vintage, en los que se guarda un 20% de la barrica de un año al otro para tener un componente reiterado que enriquece la partida año a año como si fuera una masa madre.

Paradoux es una serie refinadísima que sigue los lineamientos clásicos de Burdeos, como un homenaje a los grandes tintos bordeleses, que corona la línea con los espléndidos Qaramy.
El concepto de elaborar en el lugar es esencial en el proceso, por eso no hace demasiadas botellas. Cultivar lo moderado es una filosofía muy precisa y emotiva.
Recorrer la latitud y la altura de los Andes como proyecto singular enmarca el trabajo de este orgulloso hijo de inmigrantes libaneses que se ha hecho un nombre en el mapa de la viticultura argentina.