Las salsas, los panes, las papas fritas peladas y cortadas a mano, son detalles que al final de la cuenta siempre suman a favor del que se toma el tiempo de encontrar proveedores o recetas que están del lado luminoso de la vida. Equilibrados, centrados, bien concebidos.
Esta esquina de Núñez y Fuchs, especializada en el despacho de pollos a las brasas, amplió su comarca con lonas, calefacciona con salamandra para parar el frío y, entre camperas y oleadas de calor provenientes de las brasas, se la puede pasar bien si la charla y la comida es buena.
Es como la cantina de un club de barrio, pero en plena Rafael Núñez. Se estaciona cómodo, se charla con el naranjita, y adentro la tele encendida sirve de compañía para los que vinieron solos a comer. Y la radio propone lentos románticos, para los que vinieron acompañados.
A comer
De entrada pedimos unas Empanadas criollas ($ 1.500). Horneadas, no dicen mucho en cuanto a sabor y textura. Son como el quinto hijo de una casa numerosa, necesita que le presten atención, que lo arropen con comino y le cuenten cuentos de huevo, verdeo y pimentón.
Luego fuimos por la Milanesa a la Napolitana ($ 10.900). Acá se pasó la fritura y quedó hiperdorada y crocante. Por suerte, el grosor de la carne era importante y contuvo con su humedad el embate del pan rallado. Buen jamón y queso, mal los tomates frescos (muy verdes).
Igual, una buena milanesa, de esas que generan mitos urbanos, antes de resolver el punto de madurez o saber cuándo es la temporada de los tomates, resuelven el tema en crudo, quitando todas las grasitas de los bordes que luego puedan interferir en el disfrute.
Pero, bueno, dejamos para el último lo mejor de esta experiencia, que se pone buena en serio.
Sándwiches y pasta
Por acá vienen las especialidades de La Esquina, además del pollo. La carta tiene pizzas, hamburguesas, lomitos y un sándwich que llamó la atención. Chorilomo ($ 10.900). Es como un lomito tradicional solo que, en lugar de carne, lleva chorizo aplastado, sin tripa.
No estamos faltando a la verdad si decimos que es un sándwich exquisito. El pan directamente es sublime, al igual que el contacto de la mayonesa casera con el relleno del chorizo (suave) aplastado y doradito por la plancha. La textura del huevo también ayuda a generar placer.
El sándwich tiene amabilidad, sabor, humedad. Y apenas un escalón por debajo está la pasta: Ravioles de carne y verdura ($ 15.800) con salsa mixta. Fue polémica la presentación en cazuela con crema fría encima, pero se resolvió con el calor de la pasta (revolviendo rápido).
La pasta no presentó fisuras en equilibrio entre masa y relleno o definición de sabor. La salsa, redondita, acompañó perfecto, y el queso rallado (no las hebras frescas que arruinan platos) aportó su picor para que comer este plato sea una experiencia recomendable.
Baño y postre
Con tanta degustación no pedimos postre, pero si un café, que resultó también de lo mejor. Antes de comprobarlo, fuimos al baño y la verdad es que estaba perfectamente iluminado y equipado, con descartables al día.
La crema del café indica la pericia en el despacho. El sabor en armonía con los dioses de la selva colombiana lo dice todo. Además de buscar un pollo, acá se puede comer bien por poco. Y por lo que se vio, puede mejorar mucho también si se lo propone.
Para ir
La Estación
Calificación: bueno.
Rafael Núñez 5304.
Teléfono (0351) 152-062162.
Abierto todos los días, de 8.30 a 24.
Efectivo y tarjetas.
