Cuando el inglés Edmund James Palmer Norton, uno de los ingenieros a cargo de la construcción del ferrocarril que une Chile con Mendoza, decidió radicarse en esta provincia argentina y montar una bodega con su apellido, no imaginó nunca que terminaría convertido en uno de los pioneros de la viticultura argentina y su bodega en una de las más antiguas que siguen una producción ininterrumpida hasta el día de hoy produciendo 26 millones de botellas por año.
Durante 130 años Norton permaneció como una de las bodegas referentes del vino argentino, presente en todas las estanterías de los supermercados como una opción segura y siempre adecuada.
Y, además, forjando líneas de alta gama en las que no ha dejado de innovar, enfocando los gustos de los consumidores en los diferentes momentos y en las diferentes etapas.
Los gustos cambian, evolucionan, aparecen nuevos segmentos que esperan otra cosa, que están expectantes por sentirse sorprendidos por vinos diferentes y la bodega responde sabiendo escuchar esas demandas.

La etapa austríaca
En 1989 la bodega fue adquirida por el austríaco Gernot Langes Swarovski, que en una jugada que suena un poco extraña (¿un austríaco comprando una bodega tradicional argentina?) hizo que Norton expandiera sus fronteras, siguiendo presente en el consumo cotidiano y también saliendo a explorar los terruños que podían aportar nuevas perspectivas para las etiquetas.
“Norton es siempre una bodega que busca cautivar a los consumidores a través de innovaciones”, explica Clara Casco, la embajadora de marca de Norton en la presentación de la nueva cosecha de la línea Altura, señalando que durante estos 130 años la clave estuvo en generar nuevos consumidores, desde la base hasta los vinómanos más exigentes, citando como ejemplo la famosa botella caramañola Perdriel, el primer vino de alta gama lanzado en Argentina en la década de 1970.
Ahora, de la mano experta del enólogo David Bonomi y su equipo, salieron a buscar lugares en el Valle de Uco que permitan crear nuevos vinos con un perfil diferente atendiendo a nuevos espacios de consumo.

De esa búsqueda nació la primera cosecha en 2018 con los varietales pinot noir, malbec y cabernet franc, sumados a un blanco y al año siguiente el semillón, una cepa cada vez más buscada.
Un conjunto de etiquetas que hacen honor a la tradición de la bodega, sumando un guiño importante a la modernidad de los nuevos grupos de consumidores que prefieren los vinos frescos, bebibles, sin la presencia exuberante de la madera.
“Con Altura lo que queremos comunicar es la máxima expresión de la conexión del suelo y el microclima, la expresión total del terroir que ofrece el Valle de Uco y de manera diferente en cada caso, porque cada vino proviene de un viñedo de una altitud diferente, con suelos diferentes que, aunque sean aluvionales y muy parecidos, cada pequeña diferencia del terroir está marcada y reflejada en cada una de estas etiquetas”, dice Clara.
El semillón de 100 puntos
Para comprender algunos de los aspectos de esta búsqueda, no hay mejor ejemplo en Norton que el caso del semillón, una uva utilizada en Argentina para elaboración masiva. Las enormes y antiquísimas cavas de Norton contienen cientos de misteriosos tesoros guardados.
Es la biblioteca de vinos argentinos en bodega más grande que existe y de esos oscuros pasillos emergieron varias joyas históricas, entre ellas un lote de botellas de semillón de 1959 en perfecto estado que dejó maravillado al crítico James Suckling y le otorgó 100 puntos en su calificación de 2023 con un lugar entre los mejores vinos del mundo.

Un logro singular y único. Pero la historia había empezado antes, porque cuando David Bonomi se hizo cargo de la enología de Norton lo primero que hizo fue pedir los libros que había guardados para investigar el pasado y encontró los registros de este semillón del 59. Buscó al enólogo de esa época y le preguntó cómo hacían el semillón en esos tiempos.
“Y todo esto impulsa a que David empiece a elaborar de la misma manera el semillón. El viñedo está en Paraje Altamira y se replantó con un clon de ese mismo viñedo antiguo, del cual salen dos etiquetas, el Homenaje 2018 y Altura, que sorprende con su conjunto de aromas y sabores, oleoso, con un dejo a miel muy suave, vibrante y fresco”, señala Clara.
Cepa única y enología permanente
Otra característica de Norton es que es la única bodega de Argentina que tiene la cepa grüner veltiner, típica de Austria y por lo tanto muy vinculada a la familia propietaria.
Una cepa que ofrece un filo y acidez natural que es característica de las zonas frías del centro de Europa. Por eso el Valle de Uco es la elección ideal para apostar por esta cepa que se refleja no sólo en el varietal, sino que aporta también sus atributos al Altura white blend.
En el portafolio se presenta también un pinot noir con uvas de Gualtallary, elaborado en huevos de concreto con poquísima intervención y nada de barrica, fluido y herbal.
El malbec y el cabernet franc siguen la misma tendencia de poca intervención, apenas un paso por barricas muy usadas para que la fruta y la frescura del Valle de Uco se mantengan en la botella, buscando esos nuevos consumidores que apelan a la fluidez.

“Uno de los secretos de la permanencia es saber escuchar. Innovamos buscando escuchar al consumidor, por eso exploramos otros terroir para seguir conquistando paladares. El que ya nos elegía y los que potencialmente nos vayan a elegir. La línea Altura ofrece estos vinos bebibles, frescos, fáciles de tomar y elegantes al mismo tiempo. Siempre buscamos conquistar nuevos paladares, nos impulsamos en la experiencia que tiene Norton acumulados durante tantos años” sostiene la embajadora de marca.
Una experiencia marcada por el paso histórico de grandes enólogos, que además se caracterizan por que los equipos han permanecido durante décadas. Y eso constituye un aval de la constancia del saber hacer, de un legado que se mantiene y la cultura de una bodega tradicional que sabe innovar, buscando ahora en las uvas de altura sumar un signo que complementa la identidad.
























