La vida de Edith Stein (1891-1942) no ha sido apacible, sino tumultuosa y por momentos errante. Intelectual respetada dentro y fuera de la academia; devota de su familia y sus amigos cercanos; entregada al gozo de la contemplación y del compromiso con el prójimo. Stein fue una auténtica funcionaria de la humanidad.
Mientras el Tercer Reich ascendía meteórica y terroríficamente, Edmund Husserl, padre de la fenomenología, acuñó el concepto de “funcionario de la humanidad” para definir la labor teórica y práctica de los filósofos de la época. Respondía a un problema urgente que atravesaba la sociedad y la academia: qué hacer con y desde la filosofía.
A diferencia de la función práctica que desempeñan los políticos, los filósofos, según Husserl, son responsables de reflexionar sobre el verdadero ser de la humanidad, sobre el fin al que tiende en su desarrollo. Es un deber que implica una toma de conciencia crítica del pasado y la reconstrucción de ese universal humano luego de la Primera Guerra Mundial.
A lo largo de Edith Stein. Judía. Filósofa. Santa (Taurus, 2024), la escritora y periodista argentina Irene Chikiar Bauer recorre las vivencias de esta singular mujer que se ajustan al precepto de Husserl, su maestro.
Pionera
La primera parte de esta exhaustiva biografía reconstruye los primeros años de Stein en su Polonia natal, en los que se destacó por su brillantez y carácter, por la voracidad con la que desafiaba sus capacidades y le daba la espalda a los mandatos que la confinaban a lo doméstico.
Se esforzó por obtener una formación que le permitió estudiar filosofía y, más tarde, convertirse en la primera mujer con un doctorado en filosofía en Alemania. Le llevó mucho tiempo porque su acreditación incluía como carga anexa desarmar los prejuicios de género de la academia. Su relación con Husserl le valió humildes trofeos, como haber integrado el selectísimo séquito que estudiaba bajo su dirección y haber sido la asistente que lo ayudó a sistematizar la última parte de su producción filosófica.
El aporte de Stein a la fenomenología consiste principalmente en el abordaje de la empatía y la corporeidad como ingredientes fundamentales de la intersubjetividad, que deviene en la formación de la comunidad. Se interesó, además, por ofrecer una teoría del Estado, dictó conferencias sobre el rol de la mujer en la cultura, se unió a la Cruz Roja y curó heridos de guerra. Stein fue una mujer volcada al mundo.
Devota
En su adultez y frente a una Alemania destrozada, tuvo un despertar religioso gracias a su encuentro con una biografía de Santa Teresa de Ávila. Paulatinamente, sintió que su comprensión del hombre y la sociedad encontraban eco en la vida y las enseñanzas de quien sería hasta su muerte su guía espiritual.
Así fue como se convirtió al catolicismo. Sin renunciar a la filosofía, descubrió que la verdad también podía encontrarse a través de la experiencia religiosa. Durante años albergó el deseo de ingresar a la Orden del Carmelo, y finalmente lo hizo en 1933, cuando su origen judío le quitaba el derecho a hablar públicamente.
Desde su confinamiento en la Orden, estuvo al tanto de la persecución sufrida por judíos y opositores al régimen. Recibía cartas que daban cuenta de los intentos de su familia y amigos por escapar, de la aniquilación de su pueblo y de colegas ejecutados como animales. La meticulosa disposición que Chikiar Bauer hace de esa correspondencia contagia la desesperación y el sentimiento de fatalidad que la filósofa debió haber sentido.
Lamentablemente, Stein conoció la crueldad en primera persona. Siendo carmelita, logró ser trasladada a los Países Bajos, donde fue capturada y llevada junto a su hermana al campo de concentración de Auschwitz.
Interlocutora
El enorme trabajo de investigación de Chikiar Bauer también da cuenta con la debida profundidad del clima de la academia durante las etapas de ascenso del nazismo. Antes que ser un telón de fondo, este contexto le aporta un carácter existencial a la consolidación del pensamiento de Stein.
Entre otras, es evocada la figura del filósofo Martin Heidegger, cuya adhesión al nacionalsocialismo tiñó no solo su propuesta filosófica sino el desempeño de sus colegas en la Universidad de Friburgo. Las anécdotas citadas dan cuenta, por ejemplo, de su bajo perfil y de una suerte de apropiación desprolija del trabajo que Stein hizo como asistente de Husserl.
Otros debates recuperados en esta biografía retratan la honda preocupación que los filósofos tenían por su tiempo. Sufrían por interrumpir sus investigaciones y describían con espanto la obstinación por poner la ciencia, la razón y la política al servicio de la destrucción de la humanidad. Se sabían testigos de una tragedia imparable, única en su magnitud.
Modelo
Edith Stein murió gaseada a los 51 años. En 1950 se supo que había sido mediadora en la cura milagrosa de un enfermo, lo que llevó a iniciar su proceso de beatificación en 1962. Stein es, desde 1987, Santa Teresa Benedicta de la Cruz.
Para Juan Pablo II, Stein fue la “síntesis dramática de nuestro siglo”, una descripción que atraviesa implícitamente esta obra de Chikiar Bauer. La autora logra sintetizar una vida con justa grandeza, mediante un registro preciso y accesible, que debe sus momentos de mayor dramatismo a la disposición de los hechos que ensombrecieron la historia.
Esta biografía le da voz a las preocupaciones, miedos y conjeturas de una intelectual en crisis. Es ese tipo de decisiones formales lo que habilita a que en la singularidad de Stein confluyan preguntas que acorralen hasta a los filósofos de hoy: cómo leer críticamente el destino de la humanidad, qué hacer ante fenómenos que socavan la subjetividad.
Stein enfrentó su época armada de razón y fe; intentó dar respuesta a un momento de caos, odio y persecución. Es por esto que además de judía, filósofa y santa, puede ser ponderada como una funcionaria de la humanidad.

Editorial: Taurus
Páginas: 768
Precio: 34.999 pesos