"Tengo la maldición del escritor y me peleo con las palabras", dice Jorge Fernández Díaz sobre el vínculo vital que mantiene con el lenguaje desde que tiene uso de razón. El periodista, conductor radial y escritor trabajó en numerosos medios de comunicación, donde ocupó cargos de director y editor, y en paralelo desarrolló una carrera literaria que alcanzó un éxito enorme.
Para muchos es conocido por Mamá, testimonio novelado sobre la llegada de su madre desde España a los 15 años y las peripecias que vivió. Muchos otros son sus seguidores en el programa Pensándolo bien, que conduce por Radio Mitre, o son lectores fieles de sus columnas dominicales en el diario La Nación.
Desde 2017 Fernández Díaz es además miembro de la Academia Argentina de Letras. En su discurso de incorporación definió al articulismo como una de las bellas artes y afirmó que “lo mejor de la literatura moderna se está escribiendo en los diarios”.
El narrador llegará a Córdoba en su doble condición de hombre de letras y de experimentado animal periodístico para participar en el Congreso de la Lengua y el Festival de la Palabra. Junto a Soledad Gallego-Díaz, directora de El País de Madrid, estará en una conversación sobre los desafíos de los medios de comunicación frente a los cambios que experimenta actualmente el lenguaje. También integrará el panel de presentación del Libro de estilo de la lengua española según la norma panhispánica, junto al coordinador de ese volumen, Víctor García de la Concha.
Lengua en movimiento
–Hay especialistas que opinan que el lenguaje se está empobreciendo. ¿Cree que en la sociedad digital el lenguaje está amenazado?
–La idea de que el idioma corre peligro flota en distintos ámbitos y es lo que creen estudiosos importantes. Yo, que no soy más que un escritor y un articulista, no estoy de acuerdo. Me parece que esa construcción sobre el idioma es temeraria y paranoica. Es una falacia en reacción a la inédita plasticidad que la palabra escrita está experimentando. La revolución tecnológica tiene una aceleración impresionante y va creando nuevas formas de comunicación, pero de ninguna manera eso es un peligro. Son nuevos usos, muchos de ellos tienen errores gramaticales, ortográficos o sintácticos, y está bien que se los combata de la mejor manera posible. Pero en realidad no sabemos qué va a quedar de todo eso. Es tal la velocidad del cambio, que lo que hoy nos parece firme dentro de dos años podría parecernos anacrónico.
–¿Qué cambios advierte?
–La oralidad está impregnando el lenguaje escrito como nunca. Y la escritura digital adopta una cierta informalidad, y una relativización en cuanto a las reglas y los errores. Antes escribíamos sobre materiales sólidos, sobre papel, ahora lo hacemos sobre materiales líquidos. Lo digital genera una idea de ligereza y desdramatiza los errores. Eso sí es un riesgo: que esa ligereza descienda del lenguaje a los hechos, porque lo que necesita la democracia hoy más que nunca en el mundo es tener hechos comprobables y no fake news o errores que se viralizan.
–¿Tiene una opinión sobre el lenguaje inclusivo?
–Es muy interesante. Responde a una de las grandes y buenas noticias del mundo, la ola de feminismo e igualdad de género, que me parece extraordinariamente positiva y necesaria. Es quizás el avance más significativo de Occidente en este momento. Pero de ahí a que el lenguaje inclusivo tenga que entrar en los diccionarios de la Real Academia u otros diccionarios académicos hay un paso grande. Porque los diccionarios son siempre registros del habla popular. El diccionario no establece qué palabra hay que usar, lo que hace es recogerlas. Y el lenguaje inclusivo no está extendido. El día que todo el mundo diga todes, cuando entres a un supermercado y te digan todes, en ese caso el diccionario pertinente lo recogerá. Imponerlo hoy, pedir que ahora mismo se lo acepte en el diccionario no es posible.
–Pero existe una chance…
–Tiene que surgir de abajo hacia arriba. Si un diccionario aceptara que un grupo, más allá de que tenga las mejores intenciones, imponga un lenguaje para cambiar la cultura, después del feminismo deberíamos aceptar que vengan otros grupos de presión a pedir lo mismo. Por ejemplo, los nacionalistas, o los populistas. Hay allí una idea elitista, hasta diría oligárquica, que supone que los cambios se le imponen a la gente desde arriba. Yo creo que es al revés: es la gente la que tiene que tomar ese lenguaje y después irá al diccionario. O sea, me parece positivo el lenguaje inclusivo pero me resulta negativa la idea de imponerlo.
–¿Usa lenguaje inclusivo?
–No, no. Confieso que, tal vez por una cuestión generacional, a mí me cuesta violentar las palabras que aprendí. Y no quisiera usarlo por motivos demagógicos. Sería muy fácil. Salgo en la radio hablando con lenguaje inclusivo y listo. El lenguaje es algo muy hermoso que tiene el oficio del escritor y lo cuido mucho. Aunque quizá pase el tiempo, el lenguaje inclusivo se vaya imponiendo y por ahí me contagio. No lo descarto.
Encuentro disidente
Una parte de la comunidad universitaria de Córdoba, sumada a escritores, editores y artistas rechazan con fuerza el Congreso de la Lengua y muchos de ellos se han sumado a un evento paralelo y en disidencia, denominado Encuentro Internacional: derechos lingüísticos como derechos humanos en Latinoamérica.
–Desde este encuentro se ve al Congreso de la Lengua como una especie de avanzada que busca reafirmar el dominio español por la vía del idioma, y le reprochan a la Real Academia un largo atraso y una desatención a la variedad lingüística de América. ¿Qué opina de esta postura?
–Escucho esto con cierta perplejidad. No es ni bueno ni malo, es sencillamente incorrecto. El Congreso es un evento en cuyo armado participó muy activamente y principalmente la Asociación de Academias de la Lengua Española, no sólo de Latinoamérica, sino también de otros países donde se habla español. Son más de 20 academias, como la colombiana, la mejicana, la salvadoreña, la ecuatoriana, la chilena, la venezolana, la guatemalteca, la filipina y un largo etcétera. A mí me encanta que haya un contra congreso, porque va a haber más gente diciendo cosas, pero es sencillamente incorrecto el concepto de que esto es colonialista, de que hay un imperialismo sobre el lenguaje orquestado desde Madrid.
Presentaciones
En el Congreso. "El español y la sociedad digital", conversación entre Jorge Fernández Díaz y Soledad Gallego-Díaz. Miércoles 27 a las 17.30, en el Teatro del Libertador (Vélez Sársfield 365). Inscripciones cerradas. Se emite por streaming.
En el Festival de la Palabra. Presentación del Libro de estilo de la lengua española. Intervenciones de Santiago Muñoz Machado, Víctor García de la Concha, Jorge Fernández Díaz, Soledad Puértolas y Álex Grijelmo. El 29 de marzo a las 20, en el Patio Mayor del Cabildo (Independencia 30).