Este miércoles, a sus 91 años, murió el destacado artista plástico Luis Felipe “Yuyo” Noé, maestro de la pintura argentina contemporánea reconocido a nivel mundial.
Tras un accidente cerebrovascular sufrido la semana pasada, el pintor y escultor murió en su casa-taller del barrio porteño de San Telmo, rodeado por sus hijos Paula y Gaspar, que llegaron desde Francia en los últimos días, y sus colaboradoras más íntimos.
“Con profundo pesar, desde la Fundación Luis Felipe Noé informamos el fallecimiento de Luis Felipe Noé, artista fundamental cuya obra y pensamiento transformaron de manera profunda el arte argentino y latinoamericano”, escribieron desde la cuenta de Instagram de la institución creada por el artista plástico en 2019.
“La escena del arte lamenta la partida de un maestro de la pintura contemporánea, un artista generoso y vital, cuyo sentido del humor y su amor por la pintura fueron en extremo contagiosos”, destacó la periodista Susana Reinoso en su obituario en Clarín.
“Artista esencial del arte argentino y, sobre todo, un enorme ser humano, generoso con los suyos, dueño de una vitalidad incansable, que pintó y escribió hasta los últimos días”, dijo a su turno Juan Batalla en Infobae.
Vida y obra
Noé nació en 1933 y fue hijo de Julio Noé, intelectual vinculado a la literatura y a la poesía que dirigió la revista Nosotros.
“Además fue secretario general de una organización de señoras de la alta sociedad que se llamaba Amigos del Arte, que fue muy importante para realizar conferencias y demás. Traían a Ortega y Gasset, de quien mi padre fue amigo. Y también organizaban exposiciones de pinturas, la mayor parte de los pintores de toda esa época, desde Fader, De Quirós, Pettoruti, Xul Solar, etcétera, expusieron ahí”, contó el artista en una entrevista en Infobae.
En 1951 ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires pero abandonó los estudios para dedicarse al arte, disciplina en la que se formó junto al maestro Horacio Butler. En 1955, comenzó a ejercer como crítico de arte en el diario El Mundo, oficio periodístico que continuó en La Razón y La Prensa.
“No necesité nunca que nadie me explicase el arte moderno. Lo sentí siempre como un evidente reflejo del mundo en que vivía: la ‘atmósfera tomentosa’”, expresó el propio Noé sobre sus comienzos. Su primera exposición individual llegó a sus 26 años, en 1959 y en la galería Witcomb. Allí conoció a nombres como Alberto Greco, Rómulo Macció y Jorge de la Vega, quienes también integrarían posteriormente el movimiento Nueva Figuración.

Como muchos artistas de su generación, Noé vivió en París y en Nueva York, donde se nutrió de las corrientes estéticas más innovadoras de su tiempo. En 1962 ganó el premio del Instituto Di Tella y tres años después se instaló en la Gran Manzana gracias a una beca Guggenheim, museo que adquirió su obra Carisma. Luego, abandonaría temporalmente la pintura para dedicarse a sus innovadoras instalaciones.
En paralelo a su trayectoria artística, Noé se destacó como escritor y pensador. Editó su primer libro en 1965 (Antiestética) y publicó otra decena de títulos durante las siguientes décadas. El último de ellos, Asumir el caos. En la vida y en el arte, iba a ser presentado por el propio artista pero el evento tuvo que ser cancelado a raíz del ACV sufrido por Noé.
A lo largo de su trayectoria, fue galardonado en varias oportunidades. Entre otros, ganó el Gran Premio de Honor del Fondo Nacional de las Artes en 1997, recibió el Premio de Honor Konex por pintura en tres décadas distintas (1982, 1992 y 2002) y también el Konex de Platino (1994) y de Brillante (2002). En 2009, además, representó al país en la prestigiosa Bienal de Venecia y en 2013 fue invitado de honor de la XX Bienal Internacional de Arte de Curitiba.
En 2017, el Museo Nacional de Bellas Artes presentó su retrospectiva fundamental, “Noé: mirada prospectiva”.