Son abundantes los autores que inventan un futuro posible a partir de los paisajes que ofrece el presente, y a esas ficciones se las suele denominar “distópicas”. Con su nuevo libro, en el que imagina una urbe donde el diseño urbano está al servicio del control social, Marie Miy se ubica en ese grupo.
En Cuerpos cardinales (que puede definirse como “cuentos encadenados” o “novela astillada”) todos los personajes viven o están de paso en una ciudad de características singulares: dos autopistas –dos inmensas moles de cemento, fibras y cables– la atraviesan de un extremo al otro, del norte al sur y del este al oeste, dibujando una cruz que la divide en cuatro rectángulos.
Por un lado están los que habitan las zonas residenciales o los barrios y comercios gentrificados y hacen home office o van a una oficina, y, por el otro, los que ocupan edificios abandonados y se inoculan lombrices a través de la piel para no sufrir hambre.
Entre ambos extremos una masa humana que medra y circula como puede, y donde lo cotidiano convive con lo extraño, lo íntimo con lo colectivo, la precariedad con la abundancia.
Un denominador común es que la mayoría de los personajes viven solos, unos pocos están integrados a una pequeña familia y otros a comunidades aleatorias.
En “Cabal” un oficinista que ha restringido su vida a ir y venir en auto de su casa al trabajo despierta todas las noches por inquietantes estímulos oníricos; en “Siesta de noite” un exitoso gerente de la compañía que construyó las autopistas, mientras un día aguarda la llegada de su familia se mete en la pileta y el agua lo lleva a rememorar un siniestro episodio juvenil; en “Sombra porcelana” una mujer es víctima de una enfermedad degenerativa y su casa pasa a ser compartida con su hija y su nieto, al que de a poco empieza a ver como una amenaza.
A su vez, en “Correntada” una joven siente un olor nauseabundo que llega de la calle y no duda en caminar hasta remontarse al origen, pero lo que encuentra es un cuadro mucho más ominoso de lo que esperaba.
Otros dos cuentos muestran el carácter endeble de las uniones de pareja o filiales: en “Sur”, una chica que quedó prendada de una inescrutable amante que la abandonó, tiempo después se entera de que pertenece a una célula política clandestina; mientras que en “La anónima” una hija viene del exterior para reencontrase con su madre, pero el tenue afecto que las une se deteriora aún más luego de la visita que hacen a una vidente.
Más allá de lo que condensa cada uno de los cuentos, hay en la serie algo de universo inconcluso y fragmentario, y es ese, precisamente, uno de los méritos. Como si la autora hubiese dejado zonas abiertas para que el lector, en el ida y vuelta, se haga preguntas, conjeture y complete con su imaginación.

Para leer Cuerpos cardinales
Marie Miy
Editorial Nudista
78 páginas
$ 18.000