El autor Gonzalo Flores reconstruye en una crónica ficcional el ritual casi religioso que realizan los seguidores de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota en la búsqueda del nirvana que significa ver en el escenario a los músicos que interpretan la magnífica y adorada obra.
Para ello, nos adentramos en la aventura del “Comandante”, del “Hueso”, del “Vasco” y de “Pomelo”, un grupo de amigos que viaja desde La Plata hasta Olavarría, el último concierto en el que Solari estuvo en escena.
La virtud de Flores es situarnos en el paisaje urbano de aquella explotada Olavarría con casi medio millón de personas que coparon la ciudad. Al leer, cualquier asistente de una misa ricotera puede experimentar una catarata de recuerdos que tienen que ver con el asado en cualquier calle, con la vaquita para el viaje y con los gastos en comida, combustible, alcohol y drogas; con el camping improvisado en una plaza; con la conquista amorosa de un desconocido; con la peregrinación al predio, y con la satisfacción de volver a casa tras el mejor show de rock que alguien puede vivir.
Sin embargo, a propósito, el autor trae a colación los hechos trágicos que ocurrieron allí: las muertes por avalanchas, el colapso de la ciudad y la represión policial a los perdidos que quedaron varados.
Los cuatro amigos surfean la avalancha y el caos del público para poder llegar a salvo a casa. En el medio de la ola, cuestiones personales, relaciones rotas, amistad inquebrantable y solidaridad quedan al descubierto en El pogo más grande del mundo. Dos detalles para atender: ningún grupo de amigos dialoga con tantas referencias de canciones y tal vez era mejor una tapa sin IA.

Para leer El pogo más grande del mundo
Gonzalo Flores
Editorial: Colaborativa Insai (Orsai)
213 páginas
$ 22 mil






















