Una premisa minúscula desencadena una transformación tan prolongada como profunda y acaso imaginaria en El regreso, la novela hasta ahora inédita en castellano del inglés Walter de la Mare (1873-1954). Arthur Lawford, un “hombre respetable, un caballero, un creyente”, sale a dar un paseo nocturno por el cementerio local luego de una grave convalecencia para vivir una experiencia paranormal frente a la tumba agrietada de un tal Nicholas Sabathier, fallecido un siglo atrás.
Cuando vuelve a su casa, y para horror de su esposa Sheila, Lawford constata ante el espejo que su rostro ha adoptado un matiz demoníaco, al mismo tiempo que se siente súbitamente animado y rejuvenecido. La hipótesis de la posesión no se hará esperar, y así el protagonista pasa a ser un intruso en su propio hogar mientras una serie de personajes (un médico, un párroco, un amigo) lo frecuentan en esos días perturbadores discutiendo sobre si el hecho sobrenatural se produjo efectivamente o es una mera ilusión enfermiza.
Por supuesto que esa verificación es lo que menos importa en el relato, que se concentra en la fértil ambigüedad en torno al cambio de Lawford, como lo prueba el resbaladizo derroche de adjetivos al que se recurre para caracterizarlo: su cara ahora es “tensa y siniestra”, “osada y filosa”, “depravada”, “maligna y perversa”, “temeraria, compacta, fascinante, con una pizca de genio”.
La novela, sin embargo, escarba en el enigma cuando Lawford retorna más tarde al camposanto y conoce allí a Herbert, un hombre que atesora información sobre Sabathier y lo lleva a su casa alejada, donde reside con su hermana, con el fin de revelarle esos conocimientos. En ese sitio sombrío de cuento de hadas en el que se separa momentáneamente de su familia, Lawford accede a una dimensión fronteriza, a un limbo en el que su vieja identidad parece haberse disuelto.
Publicada en 1910 y una década antes de Memorias de una enana, la obra maestra del autor que Cortázar tradujo y Aira elogió, El regreso es en efecto una narración nubosa, afantasmada, opaca, que se mueve entre máscaras. En sintonía con el fantástico de Henry James o de Max Beerbohm, el acontecimiento extraordinario supone también una alteración de la ficción, que rompe los convencionalismos del gótico para abrirse a la novela moderna.
De la Mare escribe en múltiples niveles, equiparando los abismos entre la fachada y el ser, el alma y el cuerpo, la vida y la muerte, el presente y la eternidad, a la indeterminación de un relato que oscila como un semblante risueño, embrujado, histérico. De la Mare crea incluso un verbo para ese conjuro, “sabathizar”, que se podría aplicar al propio regreso del escritor un siglo después para habitar la mente del lector.

El regreso
Walter de la Mare.
Adriana Hidalgo.
356 páginas.
$ 24.900.