Emma Cline, la joven promesa de la literatura norteamericana (Estados Unidos, 1989), lo hizo de nuevo con su reciente novela La invitada (Anagrama). La historia recorre meticulosamente los días de una chica que se gana la vida como acompañante de hombres y que queda en la calle tras la discusión con una suerte de pareja.
Perseguida por un conflicto del pasado, herida a muerte por sus propias necesidades, Alex (la joven en cuestión) tendrá nuevamente que colarse en las vidas ajenas mientras gana tiempo para pensar en un posible futuro.
Cline sabe diseccionar las emociones como nadie y en La invitada pone toda su capacidad de observación en el personaje de Alex, quien utiliza esa agudeza para mimetizarse en el mundo de los ricos y de sus casas en la playa.
Ella deambula sin rumbo, pero cuando las papas queman, hipnotiza a sus víctimas con el afán de poder obtener algo de cobijo. En la novela flota un aire de anhedonia que se tensiona cada tanto por los errores que comete la chica y sobre los que tiene que recalcular todo el tiempo. Eso es lo único que hace avanzar la historia que, a priori, parece lineal.
A través de la trama, Cline no solo logra mostrar la desesperación de los que no tienen nada más que inteligencia social (como es el caso de Alex), sino también de las víctimas de sus engaños, quienes, a pesar de tener todo lo material, no pueden lidiar con sus sentimientos.

Para leer La invitada
Editorial: Anagrama
Páginas: 290
Precio: $ 28.000