Ailín Gatica Solorza es abogada y gestora cultural. Y mamá. Trabaja, materna, escribe, balanceando el anotador sobre su bebé, que hoy en día ya no es un bebé. En septiembre del año pasado, se publicó su primer libro de poesía, Lo primero que hice fue lamerte la cara.
La imagen es potente, animal. Pero abre la puerta a una experiencia más humana: a poner sobre el papel las maravillas, sí, pero también las dudas, las inseguridades y los miedos. Se viene hablando más desde hace algunos años, se ha hecho más público, se le dice contar “el lado B” de la maternidad. En este libro, una mujer se abre a ser mamá y a compartir no sólo un lado o el otro, sino las diferentes facetas de su maternidad, del viaje de esos primeros tiempos de vida de su cría.
Entonces, después de esa hembra que da a luz a un bebé y le lame la cara, aparece la humana. La que quiere tomar cerveza pero no puede, la que no se encuentra en su ropa ni en el espejo, la que se cae de cansancio y si tiene 10 minutos a solas se queda mirando a la nada.
También la que se pregunta cómo evitarle a su bebé los golpes de la vida, o incluso se pregunta “¿Cómo no ser/yo misma/el golpe?”. La frase le lame la cara, como la lengua rasposa de un gato, a cualquiera que sea padre o madre, a cualquiera que sea hijo o hija.
Por eso, lo que Ailín comparte es apto para una amplia variedad de lectores, hayan experimentado la maternidad, vayan a hacerlo o no. O la poesía. Porque sus experimentos con esta escritura y con el ser mamá son todo lo crudos y honestos que puede ser ella aquí y ahora, o en ese momento. En unas 50 páginas que se leen con un café, hay una ventana atractiva a algo propio y común a la vez.
“De alguna manera, las maternidades nos involucran a todes”, dice la autora por WhatsApp. Sí, y esta es una manera de acercarse a ella y a eso.
- Lo primero que hice fue lamerte la cara. Ailín Gatica Solorza. Editorial Cae de maduro. 50 páginas.