Un mapa, un viaje, una rebelión y un hechizo literario. Invocando el recorrido errante del género fantástico en una fábula circular, Márgara Averbach construye también una metáfora política en Los invisibles, su nueva novela. La traductora y escritora infantojuvenil inventa aquí un territorio a la vez abstracto y reconocible, donde los nombres y los sustantivos con mayúscula por sí solos pintan un mundo que es todos a la vez.
Sin Aliento, una veinteañera “invisible” que sobrevivió a la represión de la Revuelta Nocturna se torna visible solo cuando se traslada del Barrio de Barro donde vive al taller de Fabricaciones en el que ejerce funciones. La interacción con otros dos personajes le revela sus poderes mágicos de médium ligados a la lectura, así como su misión: trasladarse al Oeste para encontrarse con otro invisible; y luego hacia el Sur, donde yace la magia más preciada que busca el grupo de conspiradoras Las Bandadas.
Apenas si hay descripciones en la narración, que se arma con el fluir de las acciones y el avanzar de la trama, y que deja librada a la imaginación la apariencia de especies como los “baguintos” y los “colmillos”, o la de sitios llamados Pantanoso, Mar de Verdes o la Casa Redonda. De Kafka a Tolkien, de Bradbury a El Eternauta, Averbach sabe cómo transitar la cornisa del simbolismo sin ilustrar ni pontificar, confiando en las armas puras del lenguaje y de su ensueño. Es desde ese mítico centro invisible que la autora logra visibilizar una vez más la potencia de la palabra y sus efectos.
- Los invisibles. Márgara Averbach. La Flor Azul. 224 páginas. $ 19 mil.