Cierta clase de literatura —como también de otras narrativas y artes visuales— propone un mundo paralelo al que llamamos “real”, un mundo que difiere en general o en detalles de aquel en el que la mayoría de los lectores asegura despertarse cada día. En una de esas zonas se ubican los cuentos y el poema final de Mándese a mudar, de la dramaturga, directora teatral y performer Soledad González.
El epígrafe “Cuentos fantásticos y telúricos” marca el clima del conjunto. El libro abre con “Julia salió volando” y “Estela y los jabalíes”, dos relatos de tono más realista aunque sus desenlaces tensan el verosímil del género.
En el primero, una familia de mujeres se reúne un fin de año y genera tal clima de asperezas, tensiones larvadas y heridas no saldadas que la nieta se ve exigida a emprender la huida de forma poco convencional.
En el segundo, una mujer decide ponerse del lado de unos jabalíes con hambre que invaden el barrio privado donde vive con su novia, y esa toma de partido la obliga a escapar de su amor, de su hogar y de una microsociedad autosuficiente.
Los siguientes relatos proponen atmósferas aún más extrañas, pero no por eso menos potentes. No se trata solo de presencias sobrenaturales o de hechos insólitos, sino de un modo particular de disolver las fronteras entre lo humano, lo animal y lo vegetal.
Mujeres que poseen branquias y viven pero también padecen su condición anfibia; una voz que narra cómo un joven semisalvaje, “muchacha arriba y abajo macho”, ejerce una violencia feroz sobre un hombre; o el grupo de familiares y amigas que apelan a la confección de un hombrecito de mazapán para conjurar la aparición de un muerto.
Los escenarios de Mándese a mudar son cerrados, autónomos y regidos por un stock de saberes populares y alternativos: supersticiones, exorcismos, brujerías. Esas voces ancianas y sabias, jóvenes e ingenuas (que suelen recurrir a un humor oscuro y corrosivo), llevan y traen amor, odio, deseo de venganza o necesidad de justicia, y ponen patas para arriba las convicciones y certezas del sentido común.
La autora combina el extrañamiento con una escritura de gran sensualidad y notable conciencia rítmica, por eso cada relato es una singular experiencia sensorial y poética. Así, lo fantástico se convierte no en evasión, sino en forma crítica de mirar lo cotidiano desde sus costuras más invisibles, aquellas que muchas veces se niegan u olvidan.

Para leer Mándese a mudar
Buena Vista Editora
2024
112 páginas
$ 19.500