Para trabajar sus cambiantes planos narrativos, los textos corales suelen apelar a un catálogo variado de herramientas discursivas. Más aún cuando se trata de una novela. Desde recursos que moldeen la diferenciación tonal de las voces hasta estrategias que permitan contar la misma historia de un modo novedoso, que logre sortear la redundancia de los datos. Una familia moderna, de la noruega Helga Flatland, es un buen ejemplo de cómo enriquecer esta clase de narraciones múltiples.
En su última novela traducida al castellano, la decisión imprevista de un matrimonio de septuagenarios desata en sus tres hijos formas propias de digerir esa bomba que ha conmovido a la familia.
Liv, Ellen y Håkon son las voces que cuentan cómo sobrellevan a su modo este cambio brutal. Como hermanas mayores, Liv y Ellen parecen tener preeminencia en la importancia narrativa porque copan los capítulos casi en exclusividad, dejando al menor, Håkon, la intervención única que concluye y remata la novela.
Con inteligencia, Flatland traslada a la macroforma del texto el mayor peso femenino que se advierte en la toma de decisiones familiares, algo que con el tiempo ha devenido en un discreto matriarcado.
Liv es una periodista casada, con dos hijos, en plena crisis de la mediana edad, cuya vida plácida ha empezado a aburrirla. Ellen asesora a políticos en sus discursos propagandísticos, pero es disléxica –la novela juega muy bien con el contraste entre su trabajo y su disfunción–, una paradoja que no le ha impedido alcanzar cierto renombre profesional, aunque lo que más desea en la vida es quedar embarazada.
Håkon sufrió de niño un serio problema cardíaco, y su forma de lidiar con ese recuerdo ha influido en su relación adulta con la familia y en cómo la familia se relaciona con él.
Aquí entran a preponderar sus vínculos con el padre y la madre, los dioses responsables de la alteración de aquel cálido orden con el que han crecido. Por eso mismo, quizá, la historia sabiamente los excluye del coro de narradores: a los dioses se los necesita así, sin voces propias, pero como centro inmanente de las alusiones filiales.
De ese modo lateral e insinuante, permea en esta hermosa novela el inconformismo como marca del Zeitgeist escandinavo. Frente a la vida conyugal, frente a la pareja, frente a la imposibilidad de concebir un hijo, frente a los amores no correspondidos, asoma una frustración soterrada que adquiere fisonomía propia.
Una singularidad más entre estos individuos de clase media –de la próspera clase media noruega, para más datos– que, una vez que se permiten soñar con una vida distinta, serán capaces de traicionar los preceptos más sagrados de una familia.

Para leer Una familia moderna
Helga Flatland
Nórdica Libros
276 páginas