Lucas Victoriano pasó por La Voz para revivir sus cuatro temporadas dirigiendo a Instituto. En la despedida del club de Alta Córdoba, el tucumano habló a corazón abierto y de todo en el pódcast glorioso junto a los periodistas Hernán Laurino y Marcelo Chaijale. Un anticipo de lo que se publica este miércoles en la edición papel y en la web, con el pódcast completo.
-¿El Lucas Victoriano jugador hubiese jugado en un equipo de Lucas Victoriano entrenador?
-Es difícil esa pregunta. Sí, seguro, seguro.
-Pero vos no defendías.
-Yo no defendía, pero iba a tener que defender. Mira (Alex) Negrete. Sí, sí, hubiese jugado. Yo creo que los jugadores tratamos de acomodarnos según lo que nos piden. Era medio vaguito, o quería solo atacar, y si te lo permiten, lo haces, pero seguro, seguro me hubiese acomodado porque quería jugar, porque era competitivo, porque me gustaba, o sea me hubiese acomodado. Me gusta el Lucas Victoriano entrenador en la parte humana. A mí me hubiese venido bárbaro tener un técnico así, un técnico que me pregunte con quién vivo, dónde vivo, qué necesito. Que no es solamente venir a entrenar, ponete acá, hace la jugada dos, hace la cuatro, defendemos esto.
-¿Eso algo que fuiste adquiriendo con el paso de los años en tus equipos?
-Yo cada vez que me escucho creo que nací para ser entrenador y que me pusieron a jugar para tener la experiencia de un jugador, para que empiece a crecer. Me formaron como jugador para después. Me formé como jugador bien, fui un jugador que soñaba con la NBA o que estaba con la locura de jugar en la selección, no era un jugador normal, entonces queda como que el listón es alto, pero me siento más natural, mejor y todo siendo entrenador que jugador.
-Cómo haces, cómo desarrollaste para llegarle a los jugadores para que te respondan?
-No sé. Creo que tengo una sensibilidad muy de jugador todavía, o de exjugador, en la que voy entendiendo los momentos de ellos y en lo que ellos sienten que yo los quiero ayudar. Como me hubiese gustado que me traten a mí. Soy más de ayudar al que está caído, de prestarle mucha atención al que no está pasando un buen momento. Creo que eso va mutando de un jugador a otro en la temporada, son 10 meses y nadie está perfecto. Y en eso quiero remarcar que nosotros con Titi Barsanti, que es más que mi asistente, estamos muy pendientes de la parte personal. Si hay que hacer un asado, hacemos, si hay que tener una charla individual se hace. Si en algún momento tengo que levantar la voz, lo hago. Voy a contar una confidencia: en esta temporada en un par de momentos donde no encontrábamos la filosofía, sentía que los jugadores no estaban cómodos con lo que les estaba dando. Entonces, me alejé, en vez de hacer lo de siempre, de empezar a preguntar qué está pasando. Pero vi que no era uno o dos jugadores, como normalmente puede pasar, vi que era en general, o sea, el problema era yo. Después de unos partidos medio turbulentos, volvíamos de un viaje o íbamos y hablando con uno de los staff me dice, “Profe, estás siendo muy suave. Creo que hay que empezar a apretarlos un poco. Los chicos están muy cómodos”. Tenía que ser más duro. Empecé a preguntar a todos cómo me veían y todos me decían “Sí, está siendo muy suave, estás demasiado relajado”. Fui, hablé con el capitán (Leandro Vildoza), le pregunté también y me dijo que sí, que estaba teniendo unos comportamientos raros. Ahí analizamos a quién yo le podía gritar más para que en el partido se revele, a quién no le no le tengo que decir nada porque se comprime y le hago peor. Me vino bárbaro esa situación y ellos se fueron acomodando solos.
-En estos cuatro años en Instituto, ¿Con qué jugador te llevaste mejor y con quién tuviste algunos inconvenientes?
-Tengo la fortuna, no con todos obvio porque somos diferentes personas y tenemos diferentes maneras de ser, de pensar, pero con el 90 por ciento te diría que tengo una relación divina. Los mensajes de mis exjugadores de Concordia, de Regatas, son impresionantes. Hay una situación que además ellos lo notan, saben que les tengo cariño, que de verdad es genuino y que me vinieron muchos en sus momentos de crisis personales, individuales, de un montón de situaciones no deportivas, vinieron a contar conmigo. Yo creo que eso es más importante que me inviten a un casamiento. El mensaje de Taya (Gallizzi) después de cada partido de la final, por ejemplo, el abrazo y lo me dijo al oído el Loku (Cuello) el otro día. Son cosas para siempre. Gratificante.