Los mayores éxitos de la selección nacional de básquetbol llegaron de la mano de la continuidad. Es lo que necesita el equipo nacional. Un proyecto verdadero de continuidad, en que la selección sea la prioridad para todos, más allá de conseguir la clasificación a la AmeriCup 2025.
Entre 1994 y 2021, el seleccionado argentino estuvo liderado por cuatro entrenadores, que incluso compartieron trabajo entre ellos. De asistente a técnico principal. Un proceso comenzado por Guillermo Edgardo Vecchio, seguido por Julio Lamas (dos ciclos), Rubén Magnano, y Sergio Hernández,
Con Magnano al mando, desde 2000 hasta el 2004, Argentina fue subcampeón mundial en la Copa del Mundo Indianápolis 2002 y lo máximo, la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
El cordobés, antes de asumir como entrenador principal fue primero fue asistente de Vechhio y luego de Lamas). Y recordó tiempo atrás a La Voz su experiencia en la selección: “Mi trabajo como asistente técnico fue fundamental para desarrollar mi tarea como entrenador principal”.
La salida de “Oveja” Hernández tras los Juegos Olímpicos de Tokio (en 2021) marcó el corte de la continuidad de técnicos en la selección. Y el comienzo de los problemas del equipo nacional.
Asumió Néstor García, con reconocida sabiduría pero muy alejado de la actualidad del básquet argentino. Duró poco y nada y fue despedido por falta de profesionalidad. Fabián Borro, en ese entonces presidente de la Confederación Argentina (CAB), contrató a Pablo Prigioni.
El cordobés llegó con su experiencia integrando staff técnicos en equipos de la NBA, pero con escasa trayectoria como entrenador principal, apenas un puñado de partidos en el Baskonia.
Pero para el ambiente del básquet, Prigioni era el indicado para conducir a la selección, aunque por su paso como jugador.
La selección, sin rumbo
Con Prigioni como DT, Argentina conquistó la AmeriCup en 2022, pero sufrió el primer gran golpe al quedarse afuera del Mundial 2023. Desde 1982 que la selección no faltaba a una Copa del Mundo. También se quedó afuera de los Juegos Olímpicos de París 2024. En 2000 fue la última ausencia.
El problema mayor es la falta de proyecto. Prigioni condicionado por las fechas de la NBA, no siempre está al frente del equipo nacional. Hasta pocos días antes de los compromisos de la selección, no se sabe quién será el conductor.
El colmo se dio en la clasificación a la AmeriCup. En tres ventanas (seis partidos), el equipo nacional tuvo tres entrenadores distintos. La primera, en que sufrió una histórica derrota con Chile, Argentina tuvo como DT a Herman Mandole (había estado en formativas y volvió pese a estar en juicio), en la segunda, Prigioni recibió permiso de Minnesota Timberwolves y dirigió a la selección en los triunfos de local ante Venezuela y Colombia.
Y la última ventana, que selló la clasificación, Argentina tuvo en el banco de suplentes a Nicolás Casalánguida, sumado como asistente en los meses previos.
Además, en los Juegos Panamericanos 2023, la selección conquistó el oro dirigida por un cuarto entrenador, Leandro Ramella.
Argentina cuenta con más técnicos que proyectos. Incluso, hay directores y demás directivos de selecciones. Pero proyectos, nada.
Además, el equipo nacional carece de una idea de juego. En el medio, Prigioni cambió el pensamiento de un estilo cercano a la NBA, apoyado en los tiros de triples.
En selecciones formativas tampoco hay proyectos, poco se conoce de los entrenadores que conducen a los chicos en los distintos torneos.