Miguelito, su hincha incondicional, estaría más ansioso que nunca y “el Gordo” Ávalos, un dirigente histórico, se estaría probando el mejor traje. Daniel Salzano, ilustre seguidor de la institución, prepararía algún “Quiénes y cuándo” a manera de homenaje, mientras “el Cuervo” Ferreyra, siempre de negro, controlaría la puerta de entrada con aires de granadero.
En realidad, el barrio General Paz a pleno palpitaría la celebración del centenario de un club que fue orgullo de ese sector de la ciudad: la Asociación Redes Cordobesas.
Fundado el 9 de abril de 1918, cuando las pocas manzanas que rodeaban a la Plaza Alberdi se denominaban “Pueblo General Paz”, el club salió a escena en la barriada donde nacieron los deportes. Pero el centenario no encontrará al club ni a varios de estos apasionados simpatizantes. Los vaivenes de la economía argentina, sumado a la incapacidad e insensibilidad de parte de la dirigencia, se llevaron hace ya tres décadas al club mutualista de Luz y Fuerza.
El Club Social y Deportivo Eléctrico, como se llamó en sus primeros años, apareció en el contexto de una Córdoba combativa, mientras un movimiento estudiantil llevaba a cabo una huelga que desembocaría en la Reforma Universitaria.
Si bien abarcó el amplio abanico deportivo de la época, tuvo su cuarto de hora destacado en water polo, paleta, natación y fútbol amateur. Pero fue el básquetbol el deporte con el que alcanzó mayor notoriedad. Por sus equipos desfilaron jugadores como Héctor Campana, Gerardo Secrestat, Antonio Arnaldi, Juan Turri, Guillermo Riofrío, Marcelo Farías, los hermanos Atilio y Armando Brun, Eduardo Chalub.
En los ’80, agobiado por una crisis financiera, el club fue absorbido por la Asociación Española de Socorros Mutuos y bajo esta denominación alcanzó a participar en las tres primeras ediciones de la Liga Nacional de Básquetbol. Pero bajo el control de dirigentes ajenos al deporte, en 1988 el club fue rematado y entregado a la Municipalidad de Córdoba para saldar una deuda de los “gallegos” por los panteones del cementerio. Desde entonces funciona allí el Polideportivo Municipal General Paz.
Redes, como otras entidades pioneras, es hoy un recuerdo que duele con resignación. Porque como decía otro vecino de la zona, el escritor Juan Filloy, “las instituciones son exactamente como los hombres. Aparecen, crecen y fenecen obedeciendo a designios concretos o a imponderables imprecisos. Lo que corresponde es vitalizar el ejemplo de su acción”
