El 6 de abril de 1958, el ciclista cordobés Pedro Salas ganó el Campeonato Argentino de Resistencia que desató una tremenda fiesta popular en el Parque Sarmiento. Un pedazo de metal se convirtió en el fantástico premio del ganador.
El hombre ya había sido seis veces tapa de la prestigiosa revista El Gráfico, había competido en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 y Helsinki 1952, tenía premios en distintas partes del mundo y, también, era profeta en su tierra, un título que, increíblemente, a muchos le cuesta conseguir.

Pedro Salas era claro favorito para adjudicarse la 47ª edición del Campeonato Argentino de Resistencia a correrse en caminos de la Provincia de Córdoba.
Su palmarés era abrumador y, a pesar de tener rivales de fuste en una época de oro del ciclismo argentino, “el Flaco” partió como candidato a ganador de aquella prueba corrida el 6 de abril de 1958, hace 67 años atrás, y que unía Córdoba con Cosquín, a través de 120 kilómetros.
La competencia, con muchos menos quilates que varias otras en las que Salas había sido protagonista, quedaría grabada como la más trascendente de su historia. Porque al margen de ganarla, su definición fue sencillamente épica.
Organizado por la Federación Ciclística Argentina, la reunión tuvo punto de salida y llegada en el Parque Sarmiento de la capital cordobesa, y atrajo a miles de espectadores que siguieron las alternativas del largo recorrido.

Salas, un vecino de barrio General Paz (tenía su domicilio en calle Lima al 1.300, frente a la Heladería Venecia), era el ídolo provincial gracias a sus constantes triunfos y a las portadas de las revistas. Por eso, una multitud se aprestó a recibirlo triunfal una vez más ocupando las veredas de la avenida de Los Carolinos.
Pero cuando su figura ingresó vencedora a los últimos tramos de la prueba, llamó la atención de los presentes la falta de intensidad y ritmo de quien habitualmente finalizaba las carreras con una fortaleza y determinación admirable.
Con un avance errático y por momentos zigzagueante, esta vez Salas llegó a la meta con la postal típica de quien entrega su último aliento antes de la victoria. Claro, es que muchos no se percataron del estado de su bicicleta, que sufrió la rotura del pedal izquierdo 1.100 metros antes de llegar al banderazo, lo que obligó al ciclista a pedalear los tramos finales solamente con la pierna derecha. Una hazaña inconmensurable, sobre todo teniendo en cuenta que parte de ese recorrido tenía tramos empinados.
Salas lideraba con comodidad la competencia, incluso después de haber padecido la salida de la cadena de su bicicleta en las proximidades de Villa Carlos Paz. Pero cuando parecía encaminarse a un cómodo triunfo, el pedal izquierdo lo puso a prueba.
“Al llegar a la esquina de Pueyrredón y Avenida Vélez Sársfield, los aficionados vieron que se desprendía el pedal y la palanca del costado izquierdo de la bicicleta, debiendo continuar (Salas) los últimos 1.100 metros que restaban hasta la línea de sentencia, pedaleando únicamente con la pierna derecha”, publicó el diario Los Principios en un apartado destacado bajo el subtítulo de “Serio inconveniente sufrió el ganador”.

Salas se impuso con un tiempo de 3h 12m 19s, aventajando en casi tres minutos a su escolta, el comprovinciano Andrés Schmidt (3h 15m 13s). Otro cordobés, Alberto Lisa, completó un podio exclusivo de ciclistas de esta provincia.
Al día siguiente, los medios explotaron con amplia difusión el triunfo del consagrado deportista. “Ganó Pedro Salas y justificó nuevamente la extraordinaria capacidad que le distingue y que le ha permitido, a nueve años de su primer éxito en un certamen nacional de esta naturaleza, ratificar sus extraordinarias dotes de pasista”, sostuvo La Voz del Interior.
El Gráfico, que para la ocasión envió a su cotizado periodista Ricardo Frascara, le dedicó cinco páginas al evento, además de la portada de Salas con la copa obtenida. “Salas a su paso avivaba el latido del corazón cordobés. El grito de ‘¡Salas, Salas!’ corría por las serranías como el eco grave de un terremoto. Y la verdad es que la tierra temblaba. De alegría, de emoción, Córdoba se agitaba bajo el paso de los ciclistas”, sostenía el semanario porteño.
En su cobertura, Frascara destacó el nivel de locura que alcanzó la coronación del ídolo cordobés. “Toda la Córdoba deportiva salió al Parque Sarmiento para aplaudir al campeón y los que contaban con motos fueron a buscarlo, de manera que se formó una congregación motorizada y de a pie, a la que le quedaba chica la anchura de la avenida donde finalizó la competencia”, describía el enviado especial.
“Allí se produjeron los apretujones en torno de las camisetas amarillas y la gente se trepaba al palco como si allí arriba hubiera podido alcanzar la salvación eterna. A todo esto, Salas sonreía emocionado, sin saber a dónde mirar y tratando de escapar de esa corriente humana que se lo quería comer con los ojos”, contaba Frascara en su artículo.
Durante la premiación, donde Salas recibió una ovación como pocas veces, un aficionado le acercó el pedal desprendido, ese trozo de metal al que “Salitas” veneró de manera casi religiosa.


Don Pedro, fallecido el 15 de junio de 2000, a los 76 años, hizo confeccionar un trofeo con el pedal en cuestión, al que exhibió orgullosamente hasta sus últimos días en su bicicletería de barrio General Paz entre un centenar de trofeos obtenidos en dos décadas de activa carrera.
Hoy, ese “trofeo trucho” pero de inmenso valor intrínseco, además de la copa oficial, forman parte de las vitrinas que su familia donó al Museo Provincial del Deporte del Estadio Mario Kempes, donde los visitantes se sorprenden con una historia de película.