En Nueva Italia no hay misterio: si falta billetera para “carteludos”, que sobre corazón. Y piernas. Muchas piernas. Racing trabaja en el predio René Gorreta con una idea que Pablo Fornasari repite como si fuera mantra: su equipo debe ser físico, intenso, competitivo. Un plantel que, si no puede ganar por nombres, lo haga por empuje. Un Racing que corra hasta que no quede aire.
La Academia, que se prepara para la Primera Nacional 2026, atraviesa estos días la primera etapa fuerte de la pretemporada. Allí, entre las nuevas instalaciones donde ahora los jugadores desayunan y se cambian, Fornasari va marcando su camino.
“El jugador que no corre, no juega”, dijo sin anestesia. Y el plantel lo entendió rápido: esta semana hubo cuatro circuitos exigentes, de esos que dejan tibias temblando. Con pelota, sin pelota, pasadas, resistencia, marca. Un combo diseñado para elevar el umbral físico y mental.
El DT sabe que Racing no compite con los presupuestos de otros. Su lectura es simple: si no se puede igualar jerarquía, se iguala intensidad. Y en eso no habrá negociación. “Esta etapa es de adaptación”, repite puertas adentro. Quiere observar todo, evaluar pieza por pieza y decidir sin apuros quién sigue y quién no. Lo suyo es calma con brújula: procesos, no caprichos.
El plantel trabajará hasta el 19 de diciembre y volverá el 3 de enero para la etapa más dura, esa que, según dicen en Nueva Italia, “te define medio campeonato”. Mientras tanto, el mercado está quieto. Muy quieto. Pero Fornasari y el presidente Manuel Pérez ya se mueven entre llamados, carpetas y charlas con posibles refuerzos. Primero, resolver continuidad de algunos propios. Después, salir a buscar el plus de jerarquía que hace falta.
En los pasillos del club se escucha un análisis repetido: “Ahora piden todos locuras. Después el mercado acomoda”. Claro, hay equipos como Godoy Cruz, Deportivo Madryn o los San Martín de San Juan y Tucumán que están listos para romper cualquier presupuesto. Racing, no. Racing apuesta a otra identidad. A un once que raspe, que presione, que meta ritmo y que contagie desde el sacrificio.
La versión que imagina Fornasari es clara: un equipo combativo, que juegue a la intensidad plena, que incomode y que jamás se dé por vencido. En Nueva Italia quieren volver a ser difíciles. Molestos. Incómodos. Y si para eso hay que correr más que todos, entonces a correr.
