Argentina lo logró. El seleccionado argentino se impuso 3-0 a Croacia por las semifinales del Mundial Qatar 2022 y está, una vez más, en la gran final por la Copa del Mundo. Será cuestión de horas para conocer el rival, sin embargo, ahora todo es alegría y felicidad en las calles argentinas.
Córdoba no fue la excepción. No podía serlo. Y el epicentro fue la intersección de la avenida Vélez Sarsfield con Boulevard San Juan, como ya es costumbre. A los alrededores, decenas de miles de personas caminaron a la par, como en una peregrinación. Una peregrinación celeste y blanca que tenía como máxima figura la devoción por Lionel Messi.
No es para menos. El astro rosarino volvió a demostrar por qué es el estandarte y emblema de este equipo. Se cargó el partido al hombro y se asoció de manera excelente con el cordobés Julián Álvarez, ya consagrado como el centrodelantero titular de Lionel Scaloni.
Párrafo aparte para los dos goles del oriundo de Calchín. Cada rincón de la provincia gritó el primer gol de Messi, pero los de Álvarez... los goles de la “Araña” hicieron estallar a los hinchas que decidieron ver el partido en los bares del barrio Nueva Córdoba. Más de un vaso se cayó al suelo por accidente, en medio de los eufóricos gritos por los tantos del jugador del Mánchester City.
“No soy de River, al contrario. Pero estos goles de Julián (Álvarez) los grité como nunca. Si a él le va bien, nos va bien a todos”, aclaró Hernán, uno de los simpatizantes más alegres sobre calle Rondeau al 165.
Cada llegada de riesgo, cada pelota ganada, cada intervención de “Leo” se vivió como si fuera la última. Y afortunadamente no será la última. Los cientos de hinchas concentrados en las pantallas de televisión vitorearon con cada jugada. Por su puesto, al ritmo infaltable del hit de este Mundial: “Muchachos, ahora nos volvimos a ilusionar”. “Ahora sí”, reafirmó otro de los fanáticos que estaba de paso, pero que no se resistió a quedarse un rato largo mirando el partido.
Con el correr de los minutos, la euforia fue mutando hasta transformarse en una profunda alegría que invadió y llenó cada rincón de la ciudad. Y el silbatazo final del árbitro italiano Daniele Orsato marcó el inicio de la fiesta y la caravana al Olmos.
Las historias de la fiesta argentina y la “hinchada” francesa
Ubicados sobre la calle Rondeau, a las afueras de un bar y compartiendo unas cuantas cervezas, cuatro personas llamaron la atención de todos los presentes. Compartían la pasión, pero no el mismo lenguaje: hablaban en francés.
Eran turistas que arribaron hace apenas 10 días a Córdoba, en medio de una travesía de seis meses que los llevó a recorrer diferentes puntos de América Latina. También gritaron, se abrazaron y disfrutaron de cada uno de los goles albicelestes.
“Hoy hincho por Argentina, pero soy francesa. Quiero enfrentarlos en la final y veremos qué pasa”, explicó Chloe en un español entrecortado.
Ya en el corazón de los festejos, el emblemático Patio Olmos, historias hubo muchas. Desde un grupo de compañeras de colegio que luego de rendir se quedaron a ver juntas el partido y celebraron el triunfo aún con el uniforme puesto, hasta incontables grupos de amigos eufóricos y felices.
Sin embargo, un trío de personas despertó el interés por su calma y su sensatez. Eran Beatriz, Sergio y Luciana. “Estamos acá por un problema de salud. Él necesitaba un trasplante de riñón (señalando a Sergio) y ella (por Luciana) es mi hija y se lo donó”.
“Ya me dieron el alta y pude ver el partido. Esto es fútbol, no es fácil, pero la vida tampoco”, indicó el adulto mayor, que volverá a San Francisco junto a su familia.
La fiesta de este martes parece interminable. Luego llegará el momento de la ansiedad previa a la final del domingo. Pero, ahora nos volvimos a ilusionar.