A Alexander Jesús Medina Reobasco (46 años) hay que buscarlo en su esencia. Ahí arranca su deseo de “coronar” en Talleres: el inicial de 2019-2021 y el que pudo lograr el 5 de marzo de 2025.
“El Cacique” fue el DT que condujo a Talleres a la obtención de la Supercopa Internacional, el primer título en la máxima categoría, después de las finales del Nacional 1977 ante Independiente, las de Copa Argentina 2021 y 2022, los segundos puestos de Liga 2023 y 2024.
En ambos ciclos el uruguayo había estado cerca. Definió como “un estigma” a esa final con Boca del 8 de diciembre de 2021 (que se definió por penales a favor del Xeneize). Fue la media hora final reglamentaria en la que su Talleres no pudo quebrar a un endeble Boca. “Aún no me explico cómo se nos escapó”, siempre dijo.
Lo sentía igual que ese mano a mano que sostuvo con River en la Liga 2021 y en la vuelta en ese repunte final de cinco victorias consecutivas que lo igualaron con el líder Vélez, dueño de una gran diferencia de goles que obligaba a Talleres a ganar y a esperar que el equipo de Gustavo Quinteros empatara con Huracán o perdiera. Algo que no pasó.
El “volví a Talleres para coronar” no iba a ser fácil. “El Cacique” no quería quedarse ahí. Ya demasiado había sufrido el Mundo Talleres. Sin embargo, a poco más de dos meses, aparecía la final del 5 de marzo de 2025 ante River, que había hecho un mercado de U$S 25 millones para ganar todo en 2025.
La previa no era buena: el arranque de temporada con el 23% de los puntos, la falta de gol que contrastaba con la generación de situaciones, rivales que le llegaban muy poco y le convertían, las dudas y los cuestionamientos que surgieron.
Medina hizo de todo para encontrar la identidad de juego. Pero lo primero fue mirarse hacia adentro. “Si no hay autocrítica, no hay crecimiento”, dijo, y arrancó por ahí. El plan y el equipo ya no serían los ideales, y la búsqueda se orientó a un Talleres posible. Recuperó a varios jugadores, potenció a otros, trató de armar la mejor cancha para que Rubén Botta o Emanuel Reynoso condujeran sin problemas. Les dio chances a todos. O casi.
Participó de las prácticas, sobre todo en la definición. Puso al servicio de la causa al “9“ que supo tener Nacional, su querido “bolso”, entre otros. “Me metí en los ensayos. En ocasiones”, reconoció. Tan comprometido estaba que el mismo tomó el teléfono para convencer a los jugadores que quería. Por momentos, volvió a ser padre de algunos jugadores, confidente, el grupo lo integró con su cuerpo técnico al asado, como se vio en el IG de varios jugadores.
Ese Talleres posible fue el que se vio ante ese River de su amigo y DT Marcelo Gallardo. Fue impecable desde el punto de vista defensivo. Sin fisuras. También resultó ser inteligente para definir los movimientos que iban a herir al Millonario. Pasaron 120 minutos de mucha lucha y no tanto juego. En los penales se le dio, en una definición infartante.
En el momento más difícil, le sacó lustre a su apodo. Es ese partido el que queda en la historia, pero también las formas. Medina ya sabe qué le dio al Talleres de Fassi, y viceversa. La sociedad se armó nuevamente, al fin pudo dejar otra estrella, con la convicción de que no será la única. “Mi papá es mi crítico número. Fue mi entrenador en baby. Para él, Talleres nunca juega bien, ja. Siempre le falta algo. Cuando ganamos el título, me dijo que tenía que haberlo ganado antes. Para mí darle un abrazo en plena conquista fue un sueño. En el paso anterior, lo tuve cuatro meses en terapia intensiva y en pandemia. Yo soy hijo único y siempre hablamos de Talleres. Yo sé qué significa. Buscaremos los nuevos desafíos”, sostuvo Medina
Para la gente, “el Cacique” fue más “Cacique” que nunca. Para el Mundo Talleres será el que volvió y coronó.