Lo que parecía una novela eterna en el mundo del fútbol, tuvo su capítulo final: Carlo Ancelotti será el nuevo técnico de la Selección de Brasil. La Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) lo confirmó oficialmente este lunes, después de meses de negociaciones, rumores y silencios calculados. El italiano dejará el Real Madrid tras cerrar la Liga española y asumirá en la Canarinha de cara al gran objetivo: el Mundial 2026.
“Es una declaración al mundo de nuestra determinación por recuperar el primer puesto del podio”, dijo Ednaldo Rodrigues, presidente de la CBF, como si el mensaje no fuera solo para los propios, sino también para la Argentina de Lionel Messi y compañía.
El contrato con el Madrid lo vinculaba hasta 2026, pero la tentación verdeamarela fue más fuerte. Ancelotti no quería interrumpir la pelea por LaLiga, pero tenía la decisión tomada. En junio se sentará en el banco brasileño para debutar oficialmente contra Ecuador, en la jornada 15 de las Eliminatorias Sudamericanas. Cuatro días después, recibirá a Paraguay en São Paulo.
El fútbol sudamericano, que ya tenía a un Messi campeón del mundo y a un Scaloni instalado como símbolo del recambio generacional, suma ahora una figura europea de peso en la otra vereda. Porque si en el pasado fueron Parreira, Dunga o Tite los rostros del banquillo brasileño, ahora llega un entrenador que ganó todo en Europa y que, según el propio Rodrigues, es “el mejor de la historia”.
¿Y cómo lo toma el público argentino? Con respeto, algo de expectativa y, por qué no, un dejo de picardía. Porque si bien el apellido impone, el fútbol de este lado tiene memoria: los procesos no se construyen con nombres rutilantes, sino con trabajo, identidad y resultados. Y eso, en el último tiempo, lo tiene Argentina.
El Superclásico sudamericano suma una nueva pieza en el tablero. Brasil juega fuerte con Ancelotti. La pregunta es: ¿será suficiente para volver a lo más alto? Por ahora, desde este lado de la frontera, la Scaloneta sigue con ventaja.