La goleada de la selección argentina sobre Brasil por 4-1 desató una fiesta inolvidable en el Estadio Monumental, donde jugadores y fanáticos celebraron con euforia. Sin embargo, la alegría en el césped también dejó espacio para momentos de alta tensión protagonizados por futbolistas de ambos equipos.
El primer incidente ocurrió en el mediocampo, cuando Raphinha, camino al vestuario, tuvo un cruce con Emiliano “Dibu” Martínez. El arquero argentino rozó con su hombro izquierdo al delantero brasileño, quien giró para mirarlo, aunque sin detenerse. Segundos después, Leandro Paredes tocó el rostro de Raphinha, lo que provocó que el jugador del Barcelona respondiera y ambos intercambiaran algunas palabras.
La situación amenazaba con salirse de control, pero Cristian “Cuti” Romero intervino rápidamente para intentar calmar los ánimos. Aun así, las tensiones se mantuvieron latentes a medida que Raphinha se alejaba, lo que llevó a otros futbolistas y miembros del cuerpo técnico de ambas selecciones a intervenir y evitar que el enfrentamiento escalara.
Este choque no fue casual ni aislado. Las declaraciones previas del delantero brasileño habían calentado el ambiente antes del clásico sudamericano. En una entrevista con el exfutbolista Romario, Raphinha había encendido la polémica al asegurar: “Vamos a darle una paliza”.
Pese a estos dichos, el entrenador argentino Lionel Scaloni buscó desdramatizar el clima en la conferencia previa al partido y, tras la victoria, subrayó la madurez de su equipo: “Argentina, con o sin declaraciones, iba a jugar su partido”. Rodrigo De Paul también dejó un mensaje claro tras el triunfo: “Hace seis años que somos la mejor selección del mundo. No hay que bajarle la vara a este equipo”.
La noche en el Monumental terminó con un marcador contundente y un nuevo capítulo en la histórica rivalidad entre Argentina y Brasil, en el que, además de goles y festejos, la tensión fue inevitable protagonista.