Dicen que uno vuelve a donde fue feliz. Emanuel “Bebelo” Reynoso (29 años) regresa a Talleres y...al barrio.
En Talleres, el camino no fue fácil, pero terminó explotando: debutó en el Federal A con Sergio Coleoni en 2014 y explotó con Frank Kudelka: fue importante en el ascenso de 2015 (entró y asistió en el 2-1 con All Boys) y en la vuelta a Primera formó un gran mediocampo con Pablo Guiñazú y Leonardo Gil.
Se fue vendido a Boca en cuatro millones de dólares por el 60% del pase para jugar en Boca, el club de su ídolo Juan Román Riquelme. Había llegado por un convenio en el que la “T” le compró el 80% de su ficha por 35 mil pesos al Club Infantil de barrio Ituzaingó (CIBI) -juega en Liga Cordobesa- y que conservó el 20%, aunque debió llegar al TAS para poder cobrarlo.
Luego, “Bebelo” fue transferido a Minnesota de Estados Unidos (en 2023 llegó a ganar dos millones de dólares por año, según publicó la MLS) y el año pasado, a Xolos de México, pero siempre que pudo, volvió al barrio. A veces se quedó más allá de lo permitido. Más cerca de su familia, pero también de amigos y de los jefes de la villa. Esos que lo ayudaron, a él y a su familia.
Ahí fue y es feliz, pero también fue noticia policial. En mayo de 2017, en la previa al clásico con Belgrano quedó involucrado en un tiroteo y fue excluido de la concentración por Kudelka; la siguiente fue siendo jugador del Minnesotta de la MLS en 2021, fue acusado por “amenaza calificada” y “lesiones leves reiteradas”, en una causa que se pidió elevar a juicio oral y público y que su defensa integrada por Jorge Sánchez del Bianco y Ricardo Moreno apeló dos veces. Es un fallo que se conocerá a fines de este mes. Puede ser condenado o absuelto.
La vuelta tenía razones deportivas y extradeportivas.
El barrio
“Me gustaría jugar en la Selección Argentina, en clubes del extranjero y retirarme en Talleres. Y otra cosa que me gustaría vivir es una Navidad con mi familia completa. No sé lo que es brindar con todos mis hermanos. Somos siete, pero tres de ellos pasaron varios años en la cárcel y todos los años nos falta -al menos- uno. Y otro deseo sería vivir en mi barrio. Construirme una casa relinda, pero en mi barrio”, supo contar “Bebelo”, a Clarin, cuando estaba por pasar a Boca.
Como dice el jugador, sueña con tener la familia completa y más ahora que se casó hace unos meses. “Bebelo” tuvo una infancia dura, pero el fútbol fue su medio de vida. Jugó mucho en campeonatos por plata, de esos relámpagos, hizo amigos.
Mucha gente sabe lo que María “La Mary” Banegas luchó por su hijo. Hizo de todo para “Bebelo” pudiera ser jugador. Limpió baños, el buffete y el vestuario de Cibi para pagar la entrada y así ver a su hijo. Amasaba pan en su casa para darle de comer a sus siete hijos y les enseñó el oficio. Con su producido, “Bebelo” pagaba el pasaje del colectivo para ir a practicar al predio de Talleres.
Al mismo tiempo, Reynoso generó la adhesión de los jefes de la villa que fueron colaborando con su carrera, con su familia y con sus hermanos, aquellos que estuvieron presos como supo decir. Y protección. Eso generó un compromiso que tiene que cumplir con personas que tienen prontuario. “Hay lugares en los que no debía estar”, supo decirle a La Voz, en distintas entrevistas.
Su formación en Talleres, tampoco fue fácil. A poco de asumir, el actual presidente albiazul Andrés Fassi, le encomendó al agente Leonardo Gasseuy una misión particular. “Se había ido de la pensión y fui encomendado por esta gestión para buscarlo. Me ayudó Emanuel Coleoni, hijo del ‘Sapito’ que era su compañero. Ya no jugaba. De dónde lo sacamos, ya no importa”, supo decir, quien luego terminó siendo uno de los primeros representantes del jugador.
Reynoso se volvió muy creyente, usó la 33 (la edad a la que murió Cristo) y con el apoyo de la estructura de inferiores de Talleres (de la actual gestión y de la anterior), compañeros y el cuerpo técnico de Frank Kudelka, el club lo recuperó y lo potenció.
“Bebelo” parecía dejar atrás una infancia difícil. Supo jugar muchos torneos relámpagos a cambio de unos miles de pesos –en esta pandemia se conoció un video de esa época– y soñaba con escapar de un entorno en el que la delincuencia terminó con uno de sus hermanos preso y con él, con un tiro en la rodilla izquierda. El mismo entorno que casi lo atrapa en el episodio de 2017, en el que fue imputado como “partícipe necesario” por una balacera en barrio Ampliación Ferreyra, y que lo dejó fuera del clásico.
Los partidos en la justicia
“Viví momentos duros. Quería jugar contra Belgrano, más de local y con nuestra gente. Ya está todo bien y aclarado. Me había tocado concentrar con el plantel y Kudelka tomó la decisión. Quería jugar y estaba un poquito enojado, hablé con Darío y le pedí disculpas y le di la razón. Me protegió y estuvo muy bueno. Le agradezco a Kudelka, por haberme protegido. Estaba en la casa de un amigo y, bueno, hubo un tiroteo. En el momento, no sabía qué hacer. Agarré el auto y me fui para la casa de mi mamá. En ese barrio son todos hinchas de Belgrano y, en la semana del clásico, me querían perjudicar. Le agradezco a Dios porque todo está en manos de la justicia y de mi abogado para que me maneje en todo”, fue su descargo a La Voz. De esa causa, fue sobreseído con un recurso “reparación integral del baño”.
Sin embargo, está la causa de 2021, la que aún no tiene sentencia. El 29 de noviembre pasado, la Justicia de Córdoba decidió elevar a juicio oral y público la causa en la que fue acusado por “amenaza calificada” y “lesiones leves reiteradas”. Este incidente llevó a Reynoso a pasar nueve días detenido en la cárcel de Bouwer antes de recuperar la libertad bajo fianza, lo que le permitió regresar a Estados Unidos ya que era jugador de Minnesotta.
Su defensa se opuso antes de la feria judicial. A fin de mes habría resolución.
Tiene que volver al barrio. A veces más de lo permitido.
En el barrio, “Bebelo” también juega picados. Con amigos y en torneos “relámpagos”, por plata. A veces lo hizo en la cancha del Cibi, que ahora es de sintético e iluminada, gracias a lo que el club cobró de la venta de Talleres a Boca. Y si no se podía al frente. Directamente, en el potrero.
Una vez, tardó más de un mes en volver a Minnesota. Fue multado y cuando regresó, se disculpó y clavó un gol olímpico en su juego regreso. Con ese gol, llegó a uno de los objetivos que tenía en el contrato y pasó a cobrar un 30 por ciento más.
“Bebelo”, de vuelta en Talleres y en el barrio. Pertenencia y obligación.