El lunes 26 de junio pasado, en el partido que cerró la fecha 21, Belgrano derrotó 3-1 a Banfield en el Gigante de Alberdi, triunfo que ratificaba una campaña muy buena. El hecho de ser uno de los recién ascendidos le daba más valor aún a la “B” en su primera temporada tras el regreso a la primera categoría argentina.
Esa victoria sólida y sin discusión sobre el Taladro, con dos goles de Pablo Vegetti y uno de Franco Jara, fue la última del equipo que dirige Guillermo Farré, que a partir de entonces encadenó cuatro derrotas (Instituto, Barracas Central, San Lorenzo y Estudiantes) y un empate (Colón). Los piratas sumaron un punto sobre 15 y prolongaron una sequía de 465 minutos sin marcar goles (aquel de Jara a Banfield fue el último grito celeste hasta ahora).
El comienzo de este naufragio de Belgrano, que vio cómo su gran campaña se desdibujó en estas cinco fechas previas al cierre del torneo, fue el clásico con Instituto, al cual la Gloria lo jugó y lo ganó 1-0 como una verdadera final, mientras que los de Farré carecieron de esa interpretación de semejante compromiso.
Luego, llegó la pérdida del invicto en el Gigante con el 0-2 con Barracas, el 0-0 en Santa Fe contra Colón que frenó la sequía de puntos de visitante, y las derrotas 0-1 en Alberdi con San Lorenzo y 0-4 en La Plata frente a Estudiantes del sábado pasado. Los resultados adversos dejaron de disimular otras dificultades que el plantel que dirigen Farré y sus ayudantes presentaron a lo largo de toda la competencia.
Y otras realidades, como una plantilla corta con falta de más alternativas (se notó más ante las bajas por lesión o suspensión) en especial en el sector ofensivo -tanto en la gestación como en la concreción, donde se dependió casi en exclusividad de Vegetti-, algunos futbolistas a quienes está claro que les cuesta dar la talla en Primera División o determinadas decisiones del cuerpo técnico a la hora de parar los 11 y realizar ciertos cambios.
Más allá de todo esto, que se especule con un alejamiento de Farré (que la directiva que comanda Luis Artime desestima) es una exageración, porque vale remarcar y ratificar que la campaña, primera desde su vuelta a la máxima categoría, es buena, más aún si se consideran las claras limitaciones deportivas que arrastra este Belgrano.
Y como los balances se hacen al final y a este semestre celeste le restan dos “finales” (una, por la Liga, y otra, por Copa Argentina), habrá que esperar para ver en qué lugar de su laberinto se encuentra la “B”. Y luego, llegará el tiempo del reacomodamiento de piezas y de objetivos.
