Este 1 de julio se cumplen 14 años de uno de sus momentos más importantes de la rica historia de Belgrano, porque es un nuevo aniversario del retorno del club a manos de sus socios.
Hecho que se dio justo unos días después de haberse consagrado en el regreso a Primera División tras haber descendido en el mismo acto a River a la B Nacional.
Nuevamente el club estaba en poder de sus “dueños”: los socios, quienes a partir de esta fecha pudieron comenzar a administrar y gestionar los destinos de la institución de Alberdi mediante los dirigentes que eran y serán elegidos por el voto.
El club dejó atrás uno de los peores momentos de su historia y tuvo la chance de un renacer, algo que con el correr de los años se concretó de la manera que sus hinchas habían soñado.
No se da vueltas olímpicas por estos logros, pero tienen un valor extraordinario en la vida institucional que pudo resurgir del fondo del pozo para estar nuevamente de pie.
Chau pesadilla
Hace 14 años, tras remitir una serie de notas hacia AFA, la Liga Cordobesa y la Dirección de Inspección de Personas Jurídicas (como se llamaba en aquel 2011), que salieron desde el juzgado que atendió la quiebra durante casi 9 años, el quien era gerenciador: Armando Pérez, pasó a ser proclamado como nuevo presidente del Pirata hasta 2014 tras sancionarse el levantamiento de la quiebra decretada el 18 de setiembre de 2001.

Este fue un acontecimiento histórico para el fútbol nacional, pues el Pirata en aquel entonces era el primer club que tras quebrar logró recuperarse económica e institucionalmente y como si fuese una paradoja del destino, en 2001 cuando la “B” estuvo a un paso de la extinción como institución civil, estaba en Primera y su vuelta a los socios se dio con un ascenso.
Desde aquel año pasaron tres presidentes, el club estuvo seis bajo la presidencia de Armando Pérez, cuatro con Jorge Franceschi (se extendió uno más por la pandemia) y lleva cuatro con Luis Artime a quien aún le resta un año y medio de su segundo mandato.
La democracia regresó al club para no dejarlo más. Los tristes momentos de la quiebra, con una institución desbastada en lo económico y en lo deportivo que se habían iniciado mucho antes del 2001, cuando se dio el momento más oscuro del Pirata, se transformaban en un recuerdo lejano.
Aquellos años de un estadio maltrecho, de jugadores corriendo en las márgenes del Río Suquía, empleados pasando meses sin cobrar y futbolistas siendo desalojados de sus viviendas por la falta de pago de los alquileres, forma parte de la historia y está muy alejado del presente institucional del Pirata que hoy cuenta con más de 65 mil socios y un estadio para 38 mil espectadores.