El próximo fin de semana comienza la Copa de la Liga. Será un torneo cortito y expeditivo, que llenará de ilusiones al que gane dos partidos seguidos, o que mandará rápido a la retaguardia al que pierda otros tantos.
Serán 14 partidos de la primera fase, que durará hasta finales de noviembre, tras lo cual llegarán las instancias en las que sobrevivirán los equipos que tengan el mentón más duro, en un inevitable golpe por golpe eliminatorio.
Los sucesos más recientes invitan a reflexionar sobre cómo responderá River Plate, cómodo campeón de la Liga Profesional, eliminado prematuramente en la Copa Libertadores.
¿Los Millonarios asumirán este tropiezo como un fracaso y lo reflejarán en su ánimo? ¿Cómo enfrentará el nuevo certamen sabiendo que el objetivo principal del año no ha sido alcanzado? Y, además, ¿cuál puede ser la respuesta de Boca Juniors o Racing de Avellaneda en la medida que prolonguen su participación en el principal torneo de clubes de Sudamérica?
Frente a esto surge la pregunta que interesa a los cordobeses: ¿Cómo responderán Talleres, Belgrano e Instituto a las exigencias de un final de temporada que mandará a dos equipos a la Primera Nacional y que en la cúspide puede ofrecer sorpresas, tal las características de brevedad apuntadas?
¿Talleres irá por todo? Hasta ahora se fueron jugadores no habitualmente titulares. Se dilatan las transferencias de Michael Santos y Diego Valoyes y todo indica que Matías Catalán seguirá por lo menos hasta el final de este año. Hasta ahora llegaron Kevin Mantilla, Ramiro Enriquez, Luis Angulo y Francisco Pozzo, jugadores jóvenes y desconocidos para el público albiazul, listos para justificar la decisión de un equipo de scouting que ha tenido importantes aciertos. Más allá de cualquier partida, todo indica que Talleres sostendrá en gran medida la base de jugadores que lo llevaron al subcampeonato en el torneo anterior. Y esa realidad, aunque no garantice éxitos, es un muy buen recurso como para atarse a sueños importantes.
El horizonte de Belgrano e Instituto es otro. En ambos clubes no lo ocultan. Cierto temor ronda Alberdi al saber que ya no entrarán al Gigante Bruno Zapelli y Pablo Vegetti, sobre todo éste último, generador de las mayores alegrías en el certamen pasado. Se sumaron Pablo Chavarría, Lautaro Pastrán, Matías Marín, Nicolás Schiappacasse y Lucas Passerini. Salvo Chavarría, la demás es gente joven, con ganas de triunfar, sin ningún recorrido espectacular que garantice una respuesta eficaz e inmediata. Toda la esperanza está puesta en ellos.
Algo similar ocurre con Instituto, pero en menor cantidad. Sólo han llegado Luciano Aued y Lucas Rodríguez. La imagen de “La Gloria” ante Huracán por la Copa Argentina fue pobre, pero más notable fue su actitud limitada, alejada del fervor en la cancha en épocas recientes y del aliento sin tregua de los miles de simpatizantes que viajaron a Santa Fe.
Lo común para los tres equipos es que será un torneo difícil y determinante. Talleres luce como el más aliviado y el de mayor potencial. Deberá ser más regular en sus actuaciones y menos concesivo con sus rivales. Si a su poder de gol le agrega pragmatismo para cuidar resultados favorables, podrá seguir aspirando a lugares importantes.
Celestes y albirrojos tendrán la misión de proteger su reducto como lo hicieron el año pasado, cuando ambos ascendieron. En ese tiempo Alberdi y Alta Córdoba fueron irreductibles para quienes osaron pasar por sus cercanías. Ese aspecto, a no dudarlo, es fundamental, ya que les daría más tranquilidad en otros estadios en la búsqueda de los puntos necesarios para mantener la categoría.
