Puestos de choripán, venta de camisetas y gorritos, banderas, La Mona sonando de fondo, calles cortadas que sorprendían a los conductores. A los alrededores del Gigante de Alberdi no les faltó nada en la previa para que todos supieran que en la cancha anoche se jugaba un partidazo. Era, ni más ni menos, que un Belgrano-Talleres, que nunca es un partido más. Si bien las rivalidades en el fútbol femenino no se viven igual, los hinchas del Pirata no se quisieron perder un día histórico. Y que a nadie se se le ocurriera nombrar la frase de que el resultado era “anecdótico”. En las tribunas nadie fue a ver un amistoso, eso quedó claro.
Las colas para ingresar comenzaron casi dos horas antes, y con tranquilidad la gente se fue acercando al estadio. Muchos rostros del fútbol femenino conocido, algunas “ex”, otras que vistieron ambas camisetas, gran cantidad de niñas y niños acompañados de sus padres. El clima de clásico fue total. Sin público visitante, integrantes de la delegación del Matador lucían aislados en una de las populares.
El clima acompañó, la hora fue ideal y la excusa de un Belgrano-Talleres sacudió la modorra de varios en un verano donde Córdoba no da tregua con el calor.
En la entrada en calor de los equipos hubo muchos aplausos para las Piratas, y apenas algunos silbidos para las Matadoras. Hasta ayer, la relación entre ambos clubes en la disciplina era muy buena. Se remarca lo de “hasta ayer” porque en Primera cada punto vale, cada “poroto” cuenta y nadie quería que en la historia a este día se lo recuerde con una derrota.
Los cantos de a poco bajaron de la tribuna Cuellar, liderados por las Piratas de Alberdi, “la barra” del femenino celeste que comenzó a formarse desde la incursión del equipo en AFA.
Varias de las jugadoras de ambos planteles jugaban un clásico por primera vez, algunas se ponían cada respectiva camiseta por primera vez. Nada mejor que un clásico para empaparse de la pasión cordobesa y de lo importante que es el fútbol femenino en la ciudad.
Mariana Sánchez, DT de Belgrano, y Gabriela Ricca, arquera del Pirata, fueron las únicas “sobrevivientes” del primer clásico en el 2012. Pasaron 12 años y hoy la realidad las encuentra en un lugar de privilegio. Un Belgrano-Talleres que terminó 1-1 y que ya es historia pura.