Nada mejor que un Belgrano-Talleres para estimular la fiesta del fútbol cordobés. Desde hace un par de años, ya no son como los de antes, en Alberdi. La pequeña tribuna sobre la calle Hualfin le dio paso a la imponente Tomás Rodolfo Cuellar, en una de las varias muestras de evolución institucional de un club que pretende mayores metas. Exactamente lo mismo que desde hace una década busca con persistencia su adversario.
En un ambiente previo cruzado por flojos resultados y deficientes actuaciones, los equipos más populares de esta provincia tratarán de encontrar un triunfo que les permita reencauzar su sinuoso derrotero en la Copa de la Liga.
El imperio de los números dice que Belgrano se encuentra a cuatro puntos de Barracas Central, y que Talleres tiene tres puntos menos que Gimnasia y Esgrima La Plata. Alcanzar a esos equipos, los últimos en ocupar puestos de clasificación a los octavos de final, es el objetivo que desvela a sus hinchas.
La programación a 16 fechas del certamen (quedan seis encuentros por jugar) ayuda a pensar que eso puede ser posible y que un buen resultado en el clásico será un buen punto de partida para darle más espacio al optimismo. Distinto será el panorama para el equipo que sea derrotado. Sus posibilidades para soñar prácticamente habrán desaparecido.
Con muy poco margen de error, Zielinski tratará de enderezar una estructura que no se ha manifestado completa en su respuesta grupal y que, así como ha tenido altibajos en defensa, también se ha expresado de manera irregular de mitad de cancha hacia adelante.
Alexander Medina, por estos días, habita el mismo laboratorio que “el Ruso”. ¿Qué se puede mejorar en ambos equipos para que sus versiones sean más confiables y productivas? Es el interrogante que en estos días han tratado de develar, cada uno a su manera. Belgrano, como se dijo, es vulnerable atrás y poco efectivo adelante. Siendo local, ¿pondrá en cancha un equipo que piense más en sí mismo y que trate de llegar al triunfo con todos sus argumentos ofensivos? ¿O contemplará con detenimiento los puntos fuertes albiazules y moldeará una formación equilibrada, también atenta a lo que pueda hacer en ataque su clásico rival?
Para que Belgrano pueda olfatear la victoria, es imprescindible que Lucas Zelarayán despliegue sus valores y pueda ser acompañado en el pase y en la creación por otros tantos buenos jugadores celestes.
Para que Talleres se apropie de los tres puntos, ¿ofrecerá a “Bebelo” Reynoso y a Rubén Botta como la dupla, de cuyos talentos, y en una tarde medianamente inspirada, pueda salir la inspiración como para que a la vista del espectador todo sea más fácil y agradable?
Se cita a estos tres jugadores como los mayores generadores de buen fútbol de ambos planteles. Con ellos, siempre pueden florecer pases precisos y gambetas intimidatorias. Pero es sabido que un clásico es mucho más que un intento de juego bonito. Es el trance crucial a partir del cual las aguas se pueden abrir para señalar otro camino de ilusión y esperanza.
Y para ganarlo, además de finas estampas, se necesitan overoles, transpiración, amor propio y el deseo irrefrenable de levantarse el lunes a la mañana con una sonrisa que anticipe una semana de tranquilidad, gratitud y orgullo por los colores queridos.