Belgrano está atrapado en un drama y la derrota en Alberdi ante Independiente Rivadavia de Mendoza fue un capítulo más. Doloroso. Sufrible. El 0-2 pegó durísimo. Destartaló las relaciones de la gente con el equipo y, por supuesto, con el entrenador Juan Cruz Real. Belgrano cierra la Liga Profesional envuelto en una insatisfacción suprema. En un drama.
A última hora de anoche, se conoció que el DT Real había presentado la renuncia “de común acuerdo” con los dirigentes.
Porque Belgrano fue ese drama desde el primer tiempo. Cero juego. Cero en el arco del frente. Cero tolerancia para el entrenador Juan Cruz. El Belgrano endeble de los primeros minutos terminó desilachado después del gol de Iván Villalba. Se vino todo a pique. En la platea surgieron los gritos en contra del entrenador. En la popular no hubo insultos y sí un esfuerzo por sostener a un grupo de jugadores superados por la urgencia de tener que jugar al fútbol y no solamente tener que “poner”. Belgrano decepcionaba a 35 mil personas. Belgrano la pasaba mal. Y Real se fue al camarín recibiendo silbidos, como cuando lo nombraron en la previa a través de la voz del estadio. Acaso el único momento en el que la gente se olvidó del entrenador fue cuando se llevó a cabo el homenaje a Diego Armando Maradona, por el cuarto aniversario de su muerte.
Y llegó el segundo tiempo. Y no eran sólo 45 minutos más para Belgrano, para la gente y para el equipo y para el entrenador. Y hasta para Luis Fabián Artime, el presidente que estaba en uno de los palcos luciendo un saco y muecas de preocupación. Es que la gente vivió la previa enrroscada en la “pelea” entre el peruano Bryan Reyna y el DT.
Y la dirigencia de Belgrano transita los últimos días del año con el peso de una campaña que termina de manera pobre, lejos de los flashes de las mejores jornadas de abril y mayo, con el equipo haciendo historia al meterse en los octavos de la Copa Sudamericana. Y por eso ese segundo tiempo era crucial. Y por eso Real hizo cambios fuertes, con Matías Suárez y Gabriel Compagnucci saltando al campo para “quemar naves”. Y con los minutos ya sí desde la popular tronó el cántico-reclamo de “nosotros alentamos, ustedes pongan huevos”. A esa altura, Real había dejado de ser el centro de la escena. El fastidio se apoderó de las tribunas.
El único aplaudido era Franco Jara, el capitán, el que hacía lo que podía pero no podía con lo que hacia. Y Sebastián Villa metió un derechazo de aquellos para el 2-0 cuando iban 22 y ya la noche se puso más oscura que nunca. Quedó tiempo para que las gargantas se enfurecieran. No hubo esperanzas para que el equipo metiera un milagro, una remontada épica. Belgrano cayó mansito, envuelto en drama, en una relación hinchada-jugadores muy dañada, en un vínculo gente-DT sin retorno. A Belgrano se le había terminado el año muy pronto. Y ahora quiere que se le termine ya. Quedan tres partidos que no serán para todos los que integran el plantel. Independientemente de lo que suceda con Real. Los silbidos del final son la muestra del cierre de un ciclo. Belgrano, un drama.