Con las manos vacías y la ilusión destrozada, Boca regresó de Brasil tras perder la final de la Copa Libertadores ante Fluminense 2 a 1. La séptima, tan deseada y tan esquiva a la vez, vuelve a hacerle una gambeta a todo el “Mundo Boca” y dejarlo con el sabor amargo de que no fue esta vez.
Otra chance que se escapa, la tercera en forma consecutiva. El equipo argentino llegó a una final para romper ese maleficio y se volvió a quedar sin premio. La alegría fue nuevamente brasileña como en las últimas cinco ediciones del torneo más importante del continente.
El juego
Este Boca que llegó a los tumbos hasta esta instancia (pasó todas las llaves por penales sin ganar ningún partido), desnudó todas sus falencias futbolísticas. Porque cuando la adversidad de un marcador lo golpeó en el tiempo extra, tras empatar 1 a 1 los 90, se quedó mirando de reojo a ese tan esperado trofeo y jamás encontró los caminos para ser más protagonista.
Fluminense fue mucho más que el equipo de Jorge Almirón en el inicio del partido y después del 1 a 0 (gol de Cano). Manejó la pelota, la controló e hizo que su rival corriera casi enloquecidamente detrás del útil, pero el ahora campeón de la Libertadores, pecó de inocencia y dejó vivo a un equipo cargado de historia al que no se lo podía dar por muerto.
Cuando Boca no generaba mucho, pero solamente perdía por un gol, un tremendo disparo de Advíncula a los 27 del ST puso el 1 a 1 y dejó el partido como al principio.
Fue un pasaje del encuentro en que el amor propio de los argentinos pudo más que el de los brasileños, quienes estaban aturdidos por el tanto del peruano. Y estuvo cerca de dar vuelta la historia con un remate de Merentiel que se fue junto al poste. También es real que en el instante final de los 90, Barbosa ingresó en soledad y remató desviado.
Suplementario
El partido se fue al suplementario y Almirón decidió aguantar y hacerlo pausado al trámite, pero entró en escena Kennedy, quien había entrado en el tramo final de los 90 y tras ganarle la posición a Figal y recibir una pase de cabeza de Keno puso el 2 a 1 con un remate tremendo.
El golpe fue para dejar al Xeneize sin reacción y aunque el autor del gol se fue expulsado por su festejo desmedido (se abrazó con los hinchas), el jugador de más no pudo ser aprovechado por Boca.
Fluminense decidió aplicar la pérdida de tiempo como herramienta ideal para aguantar y dejó que los nervios se comieran al perdedor. Fabra se hizo expulsar al tener una reacción tonta y todo el equipo de Brasil se refugió contra su área.
Sin ideas, sin buenos lanzadores sobre la banda y en especial sin un delantero centro de peligro, porque Darío Benedetto nunca logró ni estorbar a los rivales, el tiempo fue ganándole a la paciencia del equipo de Almirón.
El caño le dijo no al tercero de Fluminense y el reloj le dijo basta al sueño de todo Boca. El equipo no supo jamás como torcer el rumbo y encontrar los caminos para inquietar a Fabio.
La séptima le volvió a ser esquiva a Boca, que había llegado a esta instancia sin ser un equipo aplastante.
Otra vez el esperado premio se le escurre de los dedos al conjunto de la Capital Federal. Nuevamente la frustración de su gente es mayúscula. ahora deberá pugnar por tener una chance el próximo año, para lo cual primero debe conseguir el pasaje.
