Carlos Tevez entró al Mundo Talleres y comprobó que, para dejarle su impronta, tendrá que trabajar bastante para disolver el tormentoso presente albiazul y que va más allá de la lluvia que acompañó el 1-2 inicial de su gestión ante San Lorenzo, en uno de los partidos que abrieron el Torneo Clausura.
Con tres prácticas encima –la última fue horas antes del estreno ocurrido el viernes–, “Carlitos” sacudió el tablero buscando despertar a todos y le pidió comprensión a la gente. “Al hincha no le pido nada, sí que entienda que vine hace dos días. Mucho de los jugadores a los que les tocó ser titular estaban con la cabeza en otro lado o con incertidumbre. O se iban. Muchos que no estaban tenidos en cuenta. Nos encontramos con una situación muy inusual para formar un 11. Pero estoy convencido de este grupo″, blanqueó.
Puso la cara, porque se podría haber guardado para el partido con Independiente, el club que dirigió anteriormente, pero también se dejó ayudar. Pidió la colaboración de Mariano Levisman (había dirigido al equipo en las últimas tres fechas), como ahora sumó a Pablo Pérez (excompañero en Boca y llegado desde la quinta de Newell’s), trató de recuperar a Juan Carlos Portillo y a Matías Galarza Fonda (ambos con su cabeza en River), e hizo una apuesta arriesgada.
Armó un medio con tres enganches, al mantener a Luis Sequeira y rodearlo con Botta y Reynoso. Buscó su abastecimiento con la dupla Juan Portilla-Matías Alejandro Galarza. Trató de que San Lorenzo no se encerrara para poder atacarlo con el juego interno y lo atrajo con la poca marca que tenía, más una defensa ciertamente improvisada con Matías Gómez (un pibe que es volante central), Juan Rodríguez (prescindible hasta que se fue Cocca) y Augusto Schott (lo cruzó de banda y fue lateral izquierdo).

Pagó un precio demasiado caro. No tanto por la idea de juego, sino por la falta de efectividad en la definición y algunos errores defensivos (individuales en el 0-1, por caso, y colectivos en el 1-2 –más allá del infortunio de Portilla, se concedió un tiro libre cuando faltaba poco–) terminaron siendo determinantes en el resultado. Déficits que otros entrenadores no pudieron remediar.
A pesar de esas carencias y de un Talleres de “ciclos cumplidos” vigente –tal la denominación que le dio el presidente Andrés Fassi–, el debut demostró que Tevez tiene una visión clara de lo que quiere y que está dispuesto a desvivirse para lograrlo.
La derrota por 2-1 ante un equipo sólido como San Lorenzo no debe opacar esa ilusión que tiene “el Apache” en su primer partido al mando del equipo albiazul. Es apenas el comienzo de un largo camino.
Tevez cree que puede ser ese piloto de tormentas que Talleres necesita. La pericia que tenga, los refuerzos que lleguen y aquellos jugadores que sí quieren estar lo dirán.
Lo de siempre.