“Lo dije después del Mundial pasado: por edad (38 años) lo más lógico es que no llegue al próximo. Ya estamos ahí, estoy ilusionado, con ganas, pero es día a día, partido a partido, sintiendo sensaciones. Estoy tratando de sentirme bien y de ser sincero conmigo mismo. Cuando yo me siento bien, disfruto. Si no estoy bien, la paso mal y prefiero no estar. Voy a ir día a día”.
La lógica a la que Lionel Messi se refirió el jueves en el Monumental después de una noche que, más que nunca, fue suya es la lógica de la edad, de los años que pasan, del físico que muta, de las exigencias que nunca aflojan.
También es la lógica de un tipo coherente, hipercompetitivo y fiel a la causa. Esa lógica de quien, con dolor y nostalgia, prefiere dar un paso al costado antes de perjudicar a un grupo y a un equipo si sabe que su aporte será inferior al que anhela.
Por eso, después del 3-0 a Venezuela dijo lo que dijo, habló del día a día, del partido a partido durante estos nueve meses que faltan para el Mundial que comienza el 11 de junio de 2026. El fútbol argentino vivirá ese tiempo, esos nueve meses, con la expectativa que se espera un parto del cual emerja el Messi que, a 20 años de su debut mundialista en Alemania 2006, el crack juegue su sexta Copa del Mundo.

La otra lógica
En sus palabras Messi remarca la lógica de los años que pasan y a veces pesan, pero cada vez que se ata los botines y salta a un campo de juego contrarresta esa lógica con su juego, con su liderazgo, con su fútbol, con su espíritu ganador, con su talento, con las emociones que despierta.
El jueves, en una noche tan especial como pocas, se sobrepuso a los nudos en la garganta que jaquearon su estabilidad emocional antes del inicio del partido, superó un comienzo algo errático (casi inédito en él) y demoró en coordinar espacios y roles con Franco Mastantuono hasta que su maquinaria entró en pleno funcionamiento para volver a regalar una gala tan a su estilo.
Ese Messi goleador, asistidor, líder, solidario, protagonista, participativo, ese Messi-Messi, va en contra de sus palabras.
Claro, dentro de su idiosincracia está ser cauto, evitar estridencias, alejarse de posiciones rotundas, fundamentalistas. Ahí puede encontrarse el motivo de por qué dijo lo que dijo. Después, todo está encaminado para que el día que Scaloni y su cuerpo técnico den a conocer allá por mayo del año que viene la lista mundialista Messi sea uno de los 26 o 30 convocados.
La realidad indica que, pese a los años, “Leo” hoy está donde quiere estar, juega donde eligió jugar, comparte con quienes gusta compartir y disfruta de ese día a día que le marcará el destino y que, por el momento, lo encamina hacia su sexto mundial.

Por si fuera poco, integra una selección nacional sin techo, que suma variantes colectivas e individuales, que le agrega recursos a su juego, que respira buen clima, que irradia solidez, que inspira confianza y que renueva ilusiones.
Porque el jueves a la noche que la atención haya estado puesta casi en exclusiva en Messi (como debía ser), opacó otra convincente presentación de un equipo que volvió a tener respuestas de todo tipo, tanto personales como grupales.
Así, Argentina marcha segura a la defensa del título mundial y tiene demasiados argumentos que respaldan sus pretensiones. Y ni hablar si, como pinta, también cuenta con la leyenda Messi.
Sus compañeros y la gente volvieron a dejarlo en claro cuando cantaron “que de la mano, de Leo Messi, todos la vuelta vamos a dar”. Un deseo hecho canción.