La de Maribel Oviedo junto su papá Omar en Resistencia, Chaco, era una de las tantas imágenes que ejemplifican lo que significa Talleres.
Él tiene 66 años y sigue a la “T” hace más de 60. A Maribel, de 29, a los dos años ese mismo señor la llevó por primera vez a ver al Matador a un estadio.
Es trasplantada por fibrosis quística y no se pierde ningún encuentro de la “T”. Sea donde sea.
“Estuve en San Luis, estuve en Salta... El hincha siempre está”, contaba Maribel, que también se dedica al periodismo deportivo.
Como ella, los fanáticos del club de barrio Jardín dieron otra muestra de pasión y fidelidad a más de 850 kilómetros de Córdoba, un día laboral de semana, a las cuatro de la tarde.
El elenco de Javier Gandolfi jugaba un partido trascendental y clave por los cuartos de final de Copa Argentina ante Independiente.
Y luego del triunfazo 1 a 0 en cancha de River por Liga Profesional todos entendieron que había que hacer el esfuerzo para estar.
Según confirmaron desde el club, se vendieron cerca de 8 mil entradas para los Matadores en el Estadio Centenario de Resistencia. Más las entradas de protocolo, se esperaban más de 10 mil espectadores cordobeses.
Los precios de los tickets para el público de la “T” eran de 3 mil pesos a popular y 5000 mil a platea Rural.
El mismo tiene capacidad para 25 mil personas y fue inaugurado el 24 de mayo de 2011.
Actualmente, la cancha es utilizada por Sarmiento de Resistencia, equipo del Torneo Federal A que llegó hasta los Cuartos de Final de la Copa Argentina 2018.
Desde temprano, la terminal de ómnibus de Resistencia se empezó a llenar de camisetas de Talleres por aquí y por allá.
Cerca de 20 colectivos particulares viajaron desde Córdoba en la madrugada y la parte negativa fueron los incidentes que se produjeron en la Ruta 11.
A la altura de Tacuarendí, a 124 kilómetros de Resistencia, hubo incidentes entre la barra de la “T” y piqueteros que cortaban la ruta.
Tras momentos de violencia, los colectivos pudieron abrirse paso y continuar su marcha.
Fue una situación desagradable que empañó el amor de los hinchas de verdad, que pidieron el día de trabajo e hicieron “malabares” para poder estar junto al club de sus amores. Otra vez.
