El clima festivo que se vivió el martes en Buenos Aires, por la conquista de la Copa del Mundo, se replicó este miércoles a la tarde, en menor escala, claro, en Calchín, la tierra de Julián Álvarez.
El futbolista, de apenas de 22 años, fue declarado Ciudadano Ilustre.
El crack argentino llegó a su pueblo y se vivió una locura: nunca antes hubo tanta gente en Calchín, de apenas tres mil habitantes. Se calcula que hubo mas de 20 mil personas.
En la previa hubo quienes temieron que se descontrolara. Eso no ocurrió. En cambio se vivió una fiesta.
Miles de personas, muchos con la remera de Argentina, pero también con la de River, se volvieron locos con la presencia de su ídolo.
Más temprano, en la ruta que lleva a Calchín, circulaba una inusual cantidad de vehículos, algunos agitando la remera de la selección.
Todos querían ver al goleador, actual jugador del Manchester City, de Pep Guardiola.
Su intendente, Claudio Gergerino, dijo que tener a un campeón mundial es único. “El caso de Julián está trastocando para bien la vida del pueblo”, señaló.
Había gente hasta de Buenos Aires. “Ayer estuvimos en el obelisco y hoy nos vinimos para acá “, le comentaban dos jóvenes a un hombre.
“Julián es el presente y el futuro de la selección. Además muchos chicos se referencian en él “, dijo una mujer de Alta Gracia.
“Vine a acompañar a mi nieto. Él ama a Julián”, comentó a La Voz otra mujer.
Kun Hee Lee, es de un canal koreano. Llegó a Calchín después de viajar 40 horas. “Vine a vivir las emociones de los argentinos. Es increíble la alegría de este pueblo”, dijo.
Amor infinito
Las muestras de afecto eran infinitas. Es increíble como en poco tiempo Julián se ganó el afecto de tantos argentinos.
Las personas que no estaban en la caravana, estaban en la puerta de su casa, esperando el paso del ídolo.
“Ahí viene, ahí viene”, le decía una mujer a su hijo.
El clima fue parecido al de la previa de un partido de fútbol importante. Con venta de comida,bebidas, camisetas y hasta de espuma loca.
En la cancha del Club Atlético Calchín, a donde Julián hizo sus primeros goles, lo esperaba otra multitud. “Olé, olé, olé, Julián, Julián “, bajaba de una de las tribunas.
En pantalla gigante pasaban una y otra vez los goles de “la Araña” en el último mundial. La jugada era seguida del grito de goooool de los presente.
La aparición del goleador en la cancha de su club de la infancia fue vivida con mucha emoción.
Aplausos, mas aplausos, silbidos y gritos incontrolables para recibir, ahora sí, a un profeta en su tierra.
¡Bienvenido Juli!
