No fue magia, de eso no hay dudas. Restaban pocos días para el comienzo del Mundial de Qatar y las chances de que el cordobés Paulo Dybala pudiese estar dentro de los 26 para muchos eran escazas.
El ex Instituto estaba en plena recuperación de una inoportuna lesión muscular que lo había alejado de las canchas tras patear un penal para la Roma el pasado 9 de octubre. Y justamente su momento de mayor protagonismo llegó cuando marcó un gol de penal en la final del mundo ante Francia.
Pero corrió mucha agua debajo del puente antes de ese momento. Muchos lo daban afuera del Mundial. Se decía que Lionel Scaloni nunca lo quiso mucho. Que tenía una excusa perfecta para no llevarlo. Que en la selección rara vez había dado la talla. Y varias cosas más que luego el tiempo se encargó de poner en su lugar.
“La Joya” se terminó recuperando en tiempo record de su lesión y pocos días antes de que el DT entregue la lista sumó unos 20 minutos bárbaros en la Roma. Y le dejó en claro a todos que en Qatar quería revancha por lo ocurrido en Rusia 2018, donde Jorge Sampaoli prácticamente no le dio chances.
“Cuando sufrí la lesión tuve miedo porque sabía que el tiempo de recuperación era corto y la lesión era grave pero fueron días en los que trabajé mucho porque el sueño de llegar a estar en Qatar con la selección era lo más fuerte”, contó el delantero nacido hace 29 años en Laguna Larga.
Pero claro está, debió esperar hasta último momento para asegurarse su lugar. Y luego aguardó más de la cuenta para sumar sus primeros minutos en el Mundial. En los primeros cinco partidos no fue tenido en cuenta por un Scaloni al que los periodistas frecuentemente lo consultaban por esta cuestión.
Lo que vino después, es historia conocida. Dybala pudo debutar en la semifinal con triunfo y goleada por 3 a 0 ante Croacia. Jugó los últimos 20 minutos y metió una gran asistencia para Alexis Mac Allister. Además, recuperó cuatro pelotas y las corrió a todas, ayudando también a evitar el desgaste de un Lionel Messi que ya lo había dado todo.
Mientras que en la final con Francia entró a segundos del final del alargue para patear un penal que canjeó por gol.
“Pienso en Córdoba, en todo. Entrar así, frío, no era fácil, pero estaba muy bien de la cabeza. La sensación que tenemos ahora no la vamos a tener nunca más”, contó el campeón del mundo.
Camino a la Gloria
Aquella noche nadie imaginó lo que estaba por pasar. En la jornada del viernes 12 de agosto de 2011 Instituto hacía su estreno en la temporada de B Nacional más recordada de la historia. La Gloria debía recibir a Huracán en el marco de un torneo que estaba envuelto en un furor mediático por la presencia de River en la segunda categoría.
Aunque el equipo de Darío Franco había sumado varios refuerzos la gran novedad era que el DT iba a jugar de arranque con tres jóvenes delanteros que esa noche iban a jugar su primer partido en Primera.
Se trataba de Nicolás López Macri, Pablo Burzio y un tal Paulo Dybala, del cual poco y nada se sabía hasta el momento.
Con gran ojo periodístico, el entrañable Marcos Russo juntó al tridente en la previa del partido como presintiendo que algo importante podía pasar. Y así fue.
A Paulito se le iluminaba la cara ante la chance de jugar. Igual que pasaba ahora en Qatar cada vez que Scaloni miraba al banco.
“Estoy un poco ansioso, pero no pasa nada, es sólo un partido de fútbol”, afirmó con sencillez el chico de Laguna Larga, de 17 años por entonces. Aquella noche, sin saberlo, comenzaba a escribir las primeras páginas de una historia que en este Mundial tuvo su capítulo más glorioso.
