Belgrano y Talleres necesitan rendir bien en el clásico. Hay múltiples razones por las que ese partido, que se jugará en el Gigante de Alberdi, puede y debe representar un capítulo de superación. Por el presente de ambos, cuyos resultados tienen relación con las dificultades para lograr una identidad de juego que los lleve hacia los objetivos fijados.
El clásico llega en la séptima de 14 fechas de la Copa de la Liga Profesional. El resultado no salva ni condena a nadie, pero será una referencia ineludible de la cual aprender o utilizar. Es un partido que le puede cambiar la carrera a los jugadores y a los DT. Así pueden dar fe el presidente celeste Luis Artime, el DT Guillermo Farré; igual que Nahuel Bustos, Guido Herrera o el entrenador de arqueros albiazul Gustavo Irusta.
Cómo vienen
El equipo de Farré acaba de levantarse con un 4 a 1 ante Sarmiento de Junín, para ponerle fin a un comienzo “catastrófico”, según su definición, y tras que considerar que “si estaba en otro club, ya se hubiera ido”. Lo hizo tras ir perdiendo por 1 a 0, ante un rival igual de necesitado, a puro gol, con el pecho, algo de juego y sin perdonarle nada. Esos fueron sus valores.
En el caso de Talleres, sus noticias fueron malas. La derrota con Barracas lo mostró falto de recursos en el acto ofensivo y débil atrás ante un rival que le terminó ganando bien. Es cierto que los errores terminaron siendo goles del “Guapo”, pero careció del juego para aprovechar el golazo de Gastón Benavídez e ir más allá.
Qué les falta y qué tienen
Belgrano curó algunas heridas, pero hay otras que siguen abiertas. El mismo partido ante Sarmiento puede tomarse como una muestra. Arrancó dormido, le hicieron el 1 a 0 en el tercer avance después de dos jugadas con pelotas detenidas que Rondina siempre hace en sus equipos ante un acto defensivo celeste que concedió todas las ventajas. No fue casualidad, como tampoco la reacción para llegar al 4 a 1 final.
La victoria empezó desde lo mínimo. El quite de Gonzalo Longo y la asociación con Ulises Sánchez, que aprovechó la oportunidad del regreso como pocos, permitieron armar el 1-1. Luego, siguió el tanto de Barinaga que llegó libre para cabecear el tiro libre de Sánchez; el 3-1 de Reyna en una jugada que se inició con un pase de 40 metros de Losada y el 4-1 con otra falta que tomó Ulises y que Lencioni, cabeceó al gol.
Trabajar sobre los errores del rival (los faltas que concedió cerca del área y libertades de marca) y leerlo (anticipo en salida) le dio goles a un Belgrano que no tenía demasiado claro el acto ofensivo y que jugaba sin su goleador Lucas Passerini. “Decían que le hacíamos la cama a Farré y nada que ver”, dijo Sánchez. Más allá de que hay toda una temporada para demostrarlo, el salto siguiente debe ser en el juego.
Talleres retrocedió ante Barracas. Al igual que Belgrano, el respaldo defensivo no está a punto. Que Talleres levantara sus partidos con Instituto, Argentinos o goleara como ante Central cubrieron ese déficit. Gimnasia y Barracas lo expusieron: lo derrotaron con pocos avances y aprovechando errores inaceptables para un equipo que quiere ser protagonista. El agravante es que ante “el Guapo” también aparecieron dificultades ofensivas y de creación.
En modo Botta, la “T” debe moverse a otro ritmo. No tan directo como imponía la zurda de Garro. Ramón Sosa y Alejandro Martínez arrancan contra la raya con perfil cambiado, pero también deben gravitar de adentro hacia afuera, sobre todo para eludir la doble marca rival.
Ese juego interior que busca Botta, necesita de ellos, para luego poder sumar a los “9″ que se han probado. Hacia atrás, está claro que Juan Rodríguez no puede salir del equipo, pero para que los centrales la pases bien, las obligaciones de Portilla tendrán que crecer en cuanto a la marca. La custodia de esa zona supo hacerla Villagra. Ahora es un tema. La “T” siempre tuvo gol; esta vez no le alcanzó.
