Érase una vez, Diego Alejandro Ossés en Talleres. Era un 24 de diciembre de 1999, en tiempos de la bonanza por el ascenso de 1998 y el logro de la reciente Copa Conmebol, pero en el predio de Talleres la realidad era otra. El joven preparador físico ayudaba a regar las canchas a horas de la Navidad porque era el momento justo para que el pasto creciera y los campos lucieran verdes, al menos en el inicio de los trabajos previstos para el 15 de enero. Al mismo tiempo, como varios profesionales de hoy, tenía que apurarse porque un rato después debía ir a una escuela de fútbol y más tarde a trabajar en un gimnasio.
Hoy, en pleno 2016, Ossés llegó finalmente al sueño que sus padres le inculcaban que persiguiera. Es el preparador físico de Lanús, quien el 29 del corriente jugará la final del campeonato de Primera División. Ya no tiene que regar, ni correr de un lado al otro. En diciembre pasado y tras muchos kilómetros recorridos, Jorge Almirón lo llamó para ir al Granate, como lo hizo en México en 2009. "Agradezco el llamado desde Córdoba. Vivo un momento feliz con este cuerpo técnico que encabeza Jorge Almirón. 'Hay que soñar. Los sueños que se persiguen, se encuentran', me dijeron desde la familia. Desde el primer momento que me dediqué a esto, empecé a buscarlos, encontrarlos, perseguirlos, alcanzarlos. Hoy estoy cumpliendo uno de ellos que es estar en Primera y jugar una final. Ojalá la podamos ganar. Pero para llegar a eso, se recorrió bastante", dijo Ossés.
–El tiempo pone las cosas en su lugar. En el fútbol, ¿es verdad o es mentira?
–El que trabaja llega. El camino es largo y difícil. Arranqué en Argentino Flores en 1991, hace 25 años. Empecé a buscar los sueños desde ahí.
–¿Se adapta a Lanús? ¿La forma para el resultado?
–Jorge Almirón armó un cuerpo técnico para que el resultado sea consecuencia del trabajo. Es la forma. Se está dando todo porque el club es una institución muy seria y Almirón nos convenció de que el fútbol no es completamente vertical sino que también hay momentos de un juego diferente. Que le guste a la gente. Me crié en el ambiente del fútbol. Y crecí con la imagen de ese Talleres glorioso o aquellos Independiente. Y había una necesidad de volver a jugar bien. Y creo que este Lanús lo hace. A todos nos gusta ver jugar a Lanús y la gente está contenta. La directiva nos dio el apoyo para que pudiéramos trabajar y experimentar.
–Se ve a un equipo con gran cambio de ritmo, buen juego y que corre bien. ¿Cómo se dio eso?
–Es un orgullo haber podido hacer una preparación física acorde al plan de Almirón. Los jugadores están ágiles, dinámicos, fuertes. Igualmente lo primero que hay que lograr es la rapidez y sobre todo no tener lesiones y prevenirlas. Creo que por ahí pasó el secreto: cuidar al jugador. Hoy por la ciencia del deporte sigue creciendo y avanzando. Tenemos el control para la dosificación de las cargas que es el GPS. Control periódico diario y en los partidos. Este club es maravilloso porque tenés un predio con canchas de buen piso, un gimnasio de primer nivel. Es para no equivocarnos en la planificación del trabajo.
–La vida útil del jugador decrece y la necesidad del éxito aumenta; el cuidado del cuerpo es prioridad y las tentaciones aumentan. ¿Cómo manejan esa relación?
–Es muy difícil cuando las tentaciones te llegan. La idea que bajamos a los jugadores es que la cabeza esté puesta en el momento que vive. Que disfruten de la actividad, pero que sean responsables con la profesión. Que piensen en los objetivos planteados al inicio del torneo. Y más en estas épocas en las que las tentaciones están al alcance de todos, pero más de los jugadores.
–¿Cuándo te vinculás con Jorge Almirón?
–En 2009. Un año antes me fui a trabajar a Bolivia invitado por Mauricio Soria, en ese momento DT de Wilsterman, luego en The Strongest y en la selección. El arquero era Pablo Burtovoy y él me recomendó a su amigo Jorge Almirón, quien recién dejaba de jugar en Dorados de Sinaloa en México y le ofrecieron la dirección técnica de ese club. Estuvimos tres años y medio juntos. Almirón decidió venirse a Argentina y yo, quería seguir en México. También lo acompañé un tiempo en Defensa y Justicia. En noviembre pasado, estaba en Alemania donde fui a observar métodos de trabajo. Ahí me llamó para venirme. Regresé al país para el proyecto de Lanús.
–Estuviste 13 años afuera, inclusive en el Pachuca de Fassi, hoy presidente en Talleres...
–En mi carrera, todo se fue encadenando por mi experiencia en Talleres. Sobre todo por el paso por la Libertadores. Ballarino, con quien venía trabajando en inferiores, fue el entrenador de ese Talleres y me invitó para que fuera su PF. Fuimos a México a jugar con América. Nos encontramos con Fassi y, luego, en 2004 me ofreció trabajar en Pachuca.
En aquel Talleres
–Nombraste a Argentino Flores, pero tu plataforma fue Talleres...
–Sigue siendo bravo progresar en el medio cordobés para el jugador y para los profesionales que se forman...
–Hacemos un master al salir a trabajar. Para estar en el fútbol y pensar en vivir de esto, hace falta tener dos trabajos. Yo cuando arranqué tenía trabajo en la escuela de fútbol y en un gimnasio para poder alentar el sueño. Y eso se los decía a muchos de los que ya mencioné en aquel semillero de Talleres.
–¿Qué pasaba los 24 y 31 de diciembre en el predio?
–Los 24, 25, 31 de diciembre y 1 de enero salíamos a regar el pasto de las canchas porque el césped de verano debía crecer. El 15 de enero llegaban las inferiores y queríamos tener la cancha en condiciones. Fue un gran sacrificio para vivir un gran momento. Me formé en aquellos comienzos para este momento que hoy vivo en Lanús.
