El Mundo Talleres vivirá un antes y un después en su historia este domingo. Habrá, lógico, vencedores y vencidos, pero quedará para siempre el número de la masa societaria de 30.800 personas habilitadas para votar a tres listas, algo inédito y difícil de mensurar con relación a la última elección.
Es que la “T” volvió a la institucionalidad el 16 de noviembre de 2014 con las primeras elecciones tras haber quebrado 10 años antes con una deuda verificada de 14.888.596 pesos y que supo llegar a casi 30 millones en diciembre de 2008.
El padrón era 1.845 socios y socias y no había compulsa electoral desde 1995 cuando Víctor Szumik le ganó a la dupla Amadeo Nuccetelli-Francisco Giordano por 453 a 411 votos.
En 2014, Talleres había sido saneado con una coadministración judicial entre el fidecomiso (integrado por Daniel Ruffener y Gustavo Eluani) y el Fondo de Inversión (presidido por Rodrigo Escribano y con accionistas como Aldo Roggio, Miguel Srur, Alberto Escalante, Hugo Bertinetti, Ernesto Salum, cuyos avales eran pos mortem), con agrupaciones como la Fundación Azul y Blanco y Grupo Viamonte, entre otros, que ayudaron y fueron solidariamente responsables para que se cumpliera la ley 25.284 que permitía funcionar al club aún quebrado.
También surgió el Movimiento Talleres es de su gente que ejerció una activa oposición sobre la administración judicial, la de los gerenciamientos de Ateliers, con Granero y Ahumada.
Talleres estaba listo para ir a elecciones, pero necesitaba ser autosustentable. La recuperación de recursos cedidos había alcanzado para salir de la quiebra (caso Pastore, venta de Pavón, recuperación de documentos de Petrone), pero hacía falta una conducción que generara recursos y que despertara al gigante dormido. Talleres había vuelto a la tercera categoría del fútbol argentino y tenía apenas un puñado de jugadores propios como Agustín Díaz, Victorio Ramis, Emanuel Reynoso, Gabriel Carabajal, entre otros.
Un Talleres mínimo
Andrés Fassi, quien venía de hacía tiempo con intenciones de ingresar al club hasta como administrador, estableció una alianza con el Fondo de Inversión y le ganó las elecciones a Talleres es de su Gente por 1099 votos a 307 de TEDSG. Es cierto que convocaba multitudes en el Kempes y en reductos inverosímiles y viajes interminables, pero pocos tenían su carné.
Era un Talleres mínimo, listo para ser refundado, no sólo por sus conductores sino también el resto de los habitantes del Mundo Talleres: DT, jugadores y la gente. La responsabilidad debía repartirse. Si era un antes y un después, tenía que ser en serio. Como ahora.
Al cabo de 11 años, Fassi y los suyos hicieron crecer al club como nunca, en todo sentido: institucional (70 mil socios), patrimonial ($72.755 millones con planteles cotizados, 71 profesionales, ventas por más de 150 millones de dólares, superávits en balances incluido el último $ 13.196 millones, obras en todos los inmuebles, el Nuccetelli que pasó de ser el Card) y deportivamente (internacional), pero como acaba de admitir el presidente, también lo cerraron bastante, sobre todo con la reforma estatutaria que reemplazó las asambleas multitudinarias con una de 100 representantes. El modelo de Fassi ganó elecciones y, luego, renovó por un período más.
Las decisiones sobre el primer equipo que lo llevaron a pelear por no descender, cuestionamientos sobre las nuevas reformas del estatuto y números de ventas de jugadores de la gestión, haber descuidado la comunicación con el socio, etcétera, provocaron un desprendimiento de personas que lo acompañaron y lo acompañan actualmente como Talleres somos Todos. Esos argumentos y otros también llevaron a Talleres es de su Gente a ir a la compulsa.
Las elecciones son el acto más genuino y espontáneo. A Fassi le dice que su gestión deberá ser puesta a prueba del voto de la masa societaria cuando antes renovó, caminando. Dice que ese Talleres que hizo crecer y planeó a 30 años con estadios ciudad deportiva Mundo Talleres y Card no alcanza.
A sus rivales los compromete a dar la talla, los obliga a plantear evoluciones sobre este Talleres y les interroga sobre por qué ahora y no antes cuando renovó su mandato. Obliga a actuar en tiempo real, más que ha resultado visto. ¿Cuántos se sumaron a los poquitos que se opusieron a la primera reforma estatutaria y cuando Fassi planteó que podía irse si no le aprobaban?
Talleres es de todos y todas y... de nadie en particular. Nadie puede olvidarse de eso. Define el voto. Premia, confía, perdona y... te castiga.
Socios y socias tienen el poder de elegir. De querer este Talleres de Fassi o de elegir el que proponen Talleres es de su Gente, que lidera Adrián Gruppi, o Talleres somos Todos, de Román Huespe. Hoy son 30 mil votantes habilitados, cuando supieron ser 1.845 o menos y es el progreso que nadie va discutir. Se valora, pero obliga a no detener la evolución porque el sábado, ante River, habrá el doble de gente en el Kempes.
Es involucrarse cada vez más. Elegir es control y cuidado de Talleres.