Antes de la pandemia algunas reglas del mercado habían empezado a cambiar. Se había introducido la noción de la plusvalía, que hacía socios a comprador y vendedor de un jugador en la ganancia o la pérdida.
Tomemos un ejemplo local, anterior al Covid-19, y otro, ocurrido durante el confinamiento. Es el caso de Mateo Klimowicz, quien pasó de Instituto a Stuttgart, antes de la pandemia. El 7 de mayo de 2019, Instituto informó que el club alemán compró el 90 por ciento del pase de Klimowicz en 1.500.000 euros, “más impuestos”.
Y menciona “un plan de carrera de 400 mil euros”. ¿Cómo fue el detalle de los pagos? 397.500 a la firma; 1.000.000, el 1° de junio de 2019; 500.000, el 1° de febrero de 2020; 100 mil al cumplirse el partido número 15; 100 mil al partido 30; 100 mil al 45, y 100 mil al 60. En la pandemia, puede retomarse el caso de Martínez Quarta.
El total de la operación era de 15,5 millones de dólares, con un pago al contado de la mitad del monto total y el resto por pagar en objetivos por partidos jugados. El primer objetivo era a los primeros 10 partidos oficiales de la Fiorentina, que en esta temporada participó de la Europa League, la Copa de Italia y la Serie A.
Otra variante es el préstamo con obligación de compra. Por ejemplo, Belgrano cedió a Joaquín Novillo a Racing, pero si el jugador cumple 20 partidos, la Academia deberá comprarlo, según el acuerdo existente.
Limitar altas, sin desmantelarse. Incorporar poco y conservar la base de un equipo para ser o seguir siendo un equipo competitivo dejó de ser un problema de los equipos chicos y medianos y ahora también lo es para los grandes que deben jugar en todos los frentes y ganarlos.
¿Cuánto renegó Boca para que Tevez renovara y dijera que iba a retirarse en el club (del cual ahora se fue y finalizaría su carrera en el exterior)? Para el resto de los clubes es imposible competir con contratos que se pagan en mercados sudamericanos, emergentes (como el asiático) o el ascenso de Italia o de España.
“Es difícil competir contra mercados como el boliviano o el paraguayo, que ofrecen sueldos de 10 mil dólares. No es fácil”, decía Andrés Fassi, presidente de Talleres, cuando empezaba a planificar qué refuerzos llegarían para la Copa Diego Maradona.
El club de barrio Jardín hizo lo que varios grandes aplicaban a la hora de incorporar. Debió buscar sus altas en mercados alternativos: si es extranjero, tuvo que pagar un contrato en dólares (caso Dayro Moreno, cuyo “verde” tope llegó a ser de 28, según su representante); si es local, habría objetivos deportivos (bonos) y opciones de compra (a los seis meses).
Así como siempre surge el nombre de Javier Pastore, en los últimos días Diego Godín dijo que había sido llamado por su amigo Alexander Medina para jugar en Talleres y “varias veces”. Ese contrato del emblema de Uruguay es imposible de pagar, como el del cordobés de la Roma. Ganan entre tres y cuatro millones de euros anuales. Si llegan, será más por voluntad propia que por el salario que les pague Talleres, que acaba de contratar al juvenil Federico Torres, de Banfield. Sí, una apuesta.
Casos similares a Belgrano, que sueña con las vueltas de Franco Vázquez (terminó su contrato en Sevilla) o de Lucas Zelarayán, y a Instituto, con Ramón Ábila y con Paulo Dybala.
Y para retener, si se trata de un jugador propio, contrato por tres temporadas más objetivos y compromiso de venta si hace un buen torneo. Para no cortar la carrera de alguien, siempre debe renovar antes de salir del club. Una realidad difícil de afrontar.