El destino lo quiso así. Y quizá estaba escrito. Porque si hay un detalle o un bonus track que le faltaba a una carrera de leyenda (si es que le falta algo), era esto: jugar en su provincia, en su último año de carrera, cuando está vigente y ante su gente, la de Bell Ville.
Todo lo que le sucede a Hernán Barcos (11 de abril de 1984, de Bell Ville) parece guionado.
A sus 40 años y cuando decidió que este sería el último de 21 años de impecable trayectoria, el mundo del fútbol sudamericano lo redescubrió. Y lo está valorando.
Una serie de ensueño donde eliminaron a Boca Juniors en la fase previa de la Copa Libertadores lo puso otra vez en el ojo de la prensa. Y Barcos no decepcionó: lleva cuatro goles en seis partidos en la presente edición del torneo continental.
Ahora, el sorteo de la fase de grupos de la Copa Libertadores le hizo este regalo: enfrentar a Talleres, el club por el que tiene una simpatía especial, y un regreso a Córdoba.
Aquí lo aguarda toda la gente de Bell Ville, donde es ídolo, y su familia.
Será sin dudas un momento para recordar.
Talleres en este Grupo D arranca de local con São Paulo, el miércoles 2 de abril, a las 21.30. Visita a Libertad de Paraguay el martes 8 de abril, a las 19, y a Alianza Lima, el 22 de abril, a las 19.30.
Vuelve a jugar en Córdoba el 8 de mayo para recibir a Libertad (a las 19) y el jueves 15 de mayo será local de Alianza Lima. Cerrará cuando visite a São Paulo.
Ese 15 de mayo será el retorno de Barcos a Córdoba. Una noche para enmarcar.

Barcos, Talleres y una historia que no fue
Hernán tiene una larga trayectoria como delantero que se inició en Racing de Avellaneda, donde recaló en sus inferiores y debutó en Primera en 2004.
Luego su carrera lo conoció todo, clubes y países de distintos puntos del globo.
Jugó en Guaraní, de Paraguay; Olmedo, de Ecuador; Estrella Roja, de Serbia; Huracán; Shanghai Shenhua, de China; Liga de Quito, de Ecuador (donde es ídolo); Palmeiras y Gremio, de Brasil; Sporting Lisboa, de Portugal; Vélez; Cruzeiro, de Brasil; Bucaramanga, de Colombia; Bashundhara Kings, de Bangladés, y este resurgir en Alianza Lima, de Perú, donde está desde 2021.
En total, suma 325 goles en 756 partidos como profesional. Casi medio gol por partido en 21 años de trayectoria. Una bestialidad.

“Hernán quiere seguir jugando hasta los mil años. Este año anunció que era el último. Nosotros hablamos mucho con él, más allá de que lo representamos. Yo le hablo como un padre. Nosotros perdimos a mi viejo cuando teníamos 13 años, entonces siempre me escucha para tomar decisiones. Le dijimos: ‘Es el último año, disfrutalo’. Pero él no puede regular… Si regula, capaz juega unos años más. Pero entrena al 100, quiere entrenar con los chicos al palo. Es imposible que pare porque es un animal competitivo”, le cuenta a La Voz su hermano Gabriel, representante y fiel consejero.
Hernán forjó una carrera intachable, donde siempre es recordado como un señor por cada club que pasó.
“En el día a día, es un profesional tremendo. Este año se dio todo lo de la Copa Libertadores, la repercusión con Boca, que sinceramente no sorprende que se le den las cosas porque sabemos lo que hace. Lo suyo no es suerte. Lo vivimos con gran felicidad, nos sigue emocionado y generando una alegría inmensa. De algún modo, está coronando lo que ha sido su carrera”, agrega su hermano, y completa: “En Perú lo aman, porque ha marcado una diferencia más allá de lo que genera en la cancha, sino con los pibes del club, con el trato hacia todo, con su respeto. El profesionalismo que tiene habla por él: en 20 años de carrera nunca tuvo un quilombo. Vos ponés Hernán Barco en Google y no sale nada malo. Nada de fiestas, de yates, de joda. Siempre ha sido capitán en todos lados. Fue capitán en Gremio, con Dida, Ze Roberto… De ahí para adelante, lo que te imagines. Lo quiere todo el mundo. El hincha de Alianza lo ama. Pero el de Universitario también. La comunidad en general lo valora y lo respeta. Eso tiene un plus, te enorgullece. Vas al estadio, te ven parecido y parece que sos Dios… Te abrazan, es muy fuerte”.

Enfrentar a Talleres, un tema especial
En su estadía en Liga de Quito, en Ecuador, surgió un festejo de Hernán Barcos tapándose un ojo como si fuera un pirata, haciendo alusión a su apellido. Y eso quedó para siempre.
Es más, algún hincha de Belgrano lo relacionó con un fanatismo celeste, por ser cordobés.
Pero desde la familia Barcos lo niegan. Su simpatía es justamente con Talleres, que será su rival en Copa Libertadores.
Sus hermanos, Gabriel y David, han sido representantes de jugadores que pasaron recientemente por la “T”, como Catriel Sánchez, Nahuel Bustos y Fernando “Ajito” Juárez. La relación con el Matador siempre estuvo.
“Sabíamos que el sorteo, viniera quien viniera, era complicado. Pero cuando vimos que era Talleres, fue una alegría inmensa. Lo tenemos a 200 kilómetros, además por lo que significa Talleres en nuestra carrera como representantes. Lo que ha sido para Nahuel (Bustos), Catriel (Sánchez), el ‘Ajo’ (Juárez). Estamos felices. Decíamos, ‘algún club de Argentina le tiene que tocar’. Que sea Talleres es aún mejor”, agregó Gabriel Barcos, para luego dar detalles de la relación de su hermano con el Matador.
“El vínculo con Talleres nace por un pibe de acá, de Bell Ville, Gonzalo Cairo, que fue a jugar en inferiores y era de la camada de Hernán. Ahí le empezamos a tomar cariño, también por algún otro jugador de Bell Ville que fue a Talleres, pero no trascendió. También con nuestra llegada como representantes, previo al arribo de Fassi, a ver chicos de inferiores… Siempre tuvimos algún pibe en el club. Ya luego llega Fassi, quien con nosotros siempre se portó 10 puntos. Uno se fue encariñando por el club, viendo lo que sentían los chicos. Y eso se fue trasladando a Hernán también”, dice Gabriel.
Un detalle: para la temporada 2016/17, Barcos estuvo a horas de ser jugador de Talleres. Finalmente, terminaría fichando en Vélez porque les había dado la palabra.

“En algún momento Hernán estuvo cerca de ir a Talleres, a horas de firmar. Son negociaciones, que a veces se dan y a veces no. Fue cuando vino a Vélez en 2017. No estaba en su mejor momento, quizá fue mejor que no viniera. Tuvimos el llamado de Andrés (Fassi), se supo filtrar poco en la prensa. Hubo una negociación breve y Hernán definió por Vélez porque fue el primero que lo llamó y le había dado la palabra a (Christian) Bassedas. No quiso fallarle a Vélez... Pero cuando apareció Talleres en aquel momento, se quería matar”, se ríe Gabriel.
“Hubiera sido lindo verlo con la ‘9’ de Talleres, obviamente. Sabemos cómo trabajan y cómo funciona el club, pero no se dio. Hernán tiene una simpatía por el Matador, que ya él mismo lo dijo ante los medios. El festejo de Pirata no tiene nada que ver con Belgrano. Nació en Ecuador. Tiene más que ver con el apellido, Barcos, por el pirata. Surgió, quedó lindo, la gente se copó y lo mantuvo… Pero no es Pirata, le gusta Talleres, aunque ahora deberá enfrentarlo. Y será hermoso”, cierra su hermano.
Toda una pintura de un delantero que a los 40 años está en plena vigencia y disfrutando de sus últimos momentos como jugador profesional.
Pero faltaba este capítulo que dice Talleres, Córdoba y Copa Libertadores.
El “Pirata” Barcos pisará el Kempes, más “Matador” que nunca.