Lucas Zelarayán está cada vez más cerca de volver a Belgrano y la hinchada celeste anhela que el volante de 32 años pueda darle al equipo un salto de calidad para 2025. Antes de una semana que se espera sea decisiva para ese anuncio, en La Voz hacemos un viaje al pasado para contar cinco historias que marcaron la vida de Zelarayán en el club de barrio Alberdi.
El gol que no fue gol
Zelarayán marcó 10 goles en Belgrano pero el primero fue un gol que no fue y que es mural en la casa en la que se crió. Ahí se ve su festejo después de marcarle a River en el estadio Mario Alberto Kempes para un triunfo 2-1 en abril de 2014. La pelota no entró y el árbitro lo convalidó.
Contó sus emociones en una entrevista con El Gráfico. “Tengo esa foto porque, por más que no fue gol, o sí, fue el puntapié de mi carrera. Antes jugaba 20 minutos, salía, alternaba, no jugaba y ese día fue mi primer partido de titular en Córdoba, y contra River. Pero ese gol o no gol fue como el inicio de la confianza del técnico hacia mí. Después de ese partido nunca más fui suplente. En la cancha estaba toda mi familia. Mi papá (Carlos) y mi mamá (Selva) se abrazaban, lloraban; mis hermanos también, uno se abrazó con un desconocido. Los hinchas en la cancha lo festejaban como tal, pero para mi familia se festejó como si fuera la final de la Copa del Mundo. Fue una emoción muy grande”.
El verdadero apodo
“Cachete”, así le decían en la casa. Es que “Chino” era el apodo de su hermano Carlos, goleador histórico de la Liga Cordobesa de fútbol. Cuando Lucas fue progresando en las inferiores de Belgrano, le empezaron a decir “Chinito”.
Lucas era “Cachete”, un bajito “gordito” que no entraba a la casa hasta que lo llamaba su hermana Gisela. “Le decíamos ‘Cachete’, ja, ja y mucho no le gustaba”, cuenta Gise, su “maestra particular”.
La lesión que no lo llevó a Talleres
A todo esto de Talleres lo contó en una nota con La Voz, el 4 de junio de 2016. En la plaza del barrio Residencial Oeste dio aquella entrevista en la que se detuvo un instante para recordar un inesperado hecho que determinó que su carrera esté pintada de celeste y no de albiazul.
“Tenía 15 años y estaba en Atalaya. En ese momento, los jugadores de Atalaya pasaban a Talleres y yo estaba en esa lista. Pero jugando un picado acá me lesioné el peroné. No pasé a Talleres por esa lesión, por esta plaza… así de dieron las cosas”, relató.
El rastrojero del “Tata”
“Luquita” le dice el Tata Arce a Zelarayán. El “Tata” es el señor del barrio que, hace hace años, era famoso por ir siempre a ver a Belgrano en su Rastrojero y por cargar en la parte de atrás de la camioneta a los chicos de la cuadra.
Zelarayán siempre contó que no sólo era feliz de ir a ver a Belgrano, sino también de ir a ver a Belgrano en ese Rastrojero. Una vez, cuando le hizo un gol a Arsenal, el volante festejó como si estuviera manejando un auto y ahí se conoció la historia del “Tata”.
El festejo como un hincha más en 2011
Zelarayán es hincha-hincha, con un tatuaje del escudo de Belgrano en una de sus piernas. Y con anécdotas como las de 2011, cuando estuvo en los festejos en el Patio Olmos por el ascenso del equipo en la Promoción ante River. Justo unos días después lo subieron al plantel de Primera y empezó a entrenar con los héroes del Monumental, como Juan Carlos Olave, Guillermo Farré y Franco Vázquez.
Se lesionó en esa pretemporada y eso lo postergó. Debutó en la primera recién el 25 de abril de 2012 contra Rosario Central, por Copa Argentina.
Luego lo hizo en el campeonato local ante Newell´s, el 1 de marzo de 2013. Y hasta ese gol a River, parecía uno de los tantos pibes que el ex DT Ricardo Zielinski llevaba “de a poco”.
Después del gol a River, nada pasó “de a poco” para él. 10 goles en Belgrano, elogios de Riquelme, transferencia a Tigres. Y su vida cambió hasta llevarlo por el mundo.
Ahora está a un paso de volver a donde todo comenzó... a Belgrano.