Hay tranquilidad en Alta Córdoba. Siete puntos en cinco partidos, cinco goles a favor y dos en contra, y un sexto lugar que ilusiona en un torneo corto y que por sus características no admite deslices prolongados.
Instituto goleó en el debut a Gimnasia y Esgrima de La Plata, casi le quita un punto a River Plate en el estadio Monumental, venció a Vélez Sársfield, el último campeón; perdió en su peor partido con Platense, de visitante, y en igual condición se trajo un punto desde Santa Fe, ante Unión.
En ese lapso, generó un par de sensaciones evidentes: la primera, de optimismo, al enarbolar la bandera de la entrega y el sacrificio, valores presentes en el 3 a 0 ante Gimnasia. Se lo vio decidido y con mucha actitud de triunfo en ese encuentro, anticipo de lo que ofrecería unos días después en Núñez.
Allí claudicó cuando el trámite expiraba, tras dar otra vez una buena impresión, aunque sin la efectividad de su debut en el arco contrario. La alegría volvió a manifestarse cuando Alex Luna habilitó a Gastón Lodico, en una conexión de talento esperada, que terminó siendo un bonito gol, el primero de los dos con los que venció a Vélez Sársfield, en un partido parejo y en el que ganó porque fue más efectivo.
Luego, llegó el tropiezo ante Platense, en su labor más insulsa, nula de creatividad y ya sin la intensidad en el juego y en la marca de los primeros tres partidos.
¿Señal de alarma? No, pero advertencia que se evidenció en el primer cambio no forzado en su estructura: luego de esa derrota, Jonás Acevedo reemplazó a Damián Puebla y con la presencia de Jonathan Dellarossa por el lesionado Facundo Suárez, salió a la cancha para empatar ante Unión.
Al ver cómo se presentó el encuentro (Unión jugó poco más de medio partido con un jugador menos por la expulsión del cordobés Franco Pardo) se tuvo la sensación opuesta a la del inicio del torneo; la de que, con un poco más de autoridad y de atrevimiento, podría haber conseguido su tercer triunfo en el campeonato.
No fue así y el sinsabor quedó flotando en la noche del pasado martes. Pegó un tiro en el travesaño y obligó al arquero adversario a alguna atajada heroica. En su arco, también pasó por algún susto ante la actitud desafiante e inclaudicable de Marcelo Estigarribia y sus compañeros.
Hasta ahora, el breve balance del equipo albirrojo es positivo. En la tribuna y en los jugadores se nota la buena recepción a la presencia y al mensaje de compromiso de Pedro Troglio.
Su llegada fue bien recibida en la tribuna y en el plantel lo que favorece su trabajo y las chances de un grupo de jugadores que, sin tener sueños quiméricos, quizá en las próximas dos o tres fechas, y en función de posibles buenos resultados, puedan ver más clara la posibilidad de entrar en la fase de eliminación directa de la Copa que está en juego, y de tener más ilusiones para pensar en clasificar a un torneo internacional, el objetivo por el que el club de Jujuy y Calderón de la Barca se ilusiona.